Apareada con los Matones Cuatrillizos
u
y las manos mientras me comía las ganas de gritarles porque sabía que nada
las heridas al mismo tiempo que la sonrisa cínica de Leah se escuchó desde lo alto de las escaleras. Leah era la chica más pop
chicas que la acompañaban se echaron a reír entre ellas. Rechiné los dientes de nuevo pero sabía que no valía la
mi padre quería ganarse el favor de ellos. Sin embargo,
ón y me sonreí maliciosamente-. Incluso si te escapas de la manada, me ase
jos se acercaban los príncipes: Roy, Blair, Feliz y Asher. Eran los hombres lobos más famosos de la manada y todas las chicas querían estar con ellos. Eran también e
ero no pude alejar mis ojos de uno de los hermanos q
su horrible novia -murmuró antes de mirarme
un tiempo estuvimos saliendo y fueron los mejores momentos de mi vida. Sin embargo, descubrió que mi p
quiso escucharme tampoco, le hubiera dicho que si no hacía lo que quería, mi padre me había matado. Honesta
lix? -preguntó
po que Roy se le acercaba a Leah par
humor -le dijo, riéndose suavemen
que había comido anoche y se me llenaron los ojos con lágrimas de la humillación. Siempre había el más violento, había sentido
ca pasaba a mayores porque mi amigo aparecía para agarrarlo del cuello y advertirle que no se acercara. Co
ricordia. Se me hizo difícil respirar y deseé simplem
ló-, le debería pedir al director que te bote porque
mientras juntaba las manos en una oración-.
ra muévete antes de que le pida al director que te expulse
e me miré en el espejo. Abrí el caño para lavarme la cara lamentándome la vida que el destino me había dado. ¿Por qué me había tenido que dejar mi madre
rme, pero noté que me había manchado la ropa. El olor de vómito era insoportable, así que me encerré en uno de los cubículos para seguir llorando por mi desgracia. Iba
escuché que la puerta se abría y L
es patético, Leah? Él solo tiene
iensa que soy débil y que me tiene que
erfecta Leah no era virgen. Nadie podía enterarse de esto, aunque no entendía cómo es que había engañado a su no
e enterarse, nunca
on la mirada y se lo merecían. De repente, una de ellas intentó abrir la puerta del cubículo en el que estaba y supe que iba a pagarla
déntico al de mi papá. Me agarró del cabello y me tiró contra la pared. Me esta
puedo ex
s brazos para inmovilizarme. No podía gritar, no podía moverme, traté de rogarle, pero mis pala
cómo te atreves a espiarme?
ía la puerta y alguien
resté atención. ¿Qué estaba haciendo Felix aquí
nuevo y te co