Resurreccion (la rosa de la muerte)
nsignificante sobre si recordamos o no nuestra vida anterior en una nueva reencarnación. Lo que cuenta no es e
av M
s Como T
terra
n carruaje alejándose de la vibrante Londres. Una pequeña famil
r con humildad, el por qué no era claro, pero estaban gustosos de
los demás. Su postura alta, fornida e imponente no dejaba que nadie se le opusiera. Para su familia siempre era alguien amable y gentil. Su esposa Caroline, no se quedaba nada atrás. Era la mujer más hermosa sobre la tierra. Piel de porcelana, cabellera
ermana Rose era la viva imagen de su madre. Piel blanca como la nieve, su cabellera era larga, rizada y oscura, con ojos pequeños y grises como estrellas. Risueña, carismática, educada, propia,
n medio de la nada? Esa pregunta cruzaba por la mente de Rose, pero no dio mucha importanc
mos? -pregu
a la nueva casa. Tiene amplias habitaciones y un ja
estra antigua
Pero ya no podía
a su padre sin duda lo ponían a prueba, pero la
enorme cortina de nubes grises. Los Whitfield no prestaron atención, ¿Por qué
er-dijo Caroline aso
s mientras leía su libro-. Ll
tomado los llevaría hacia su peor pesadilla. El destino se había puesto en marcha y esta pequeña familia estaba ju
legar, el carruaje s
so?!-preguntó
Charles-. Tal vez n
á-dij
é pas
o a los
ver qu
ro para su sorpresa, nada estaba bien, los caballos y el chofer no estaban, habían desaparec
es ¿Qué
ballos n
¿Q
s debieron soltarse y Fynn
ado por ello
, pero no era necesario. Iré a bu
ontigo-dij
ú quédate con las niñas,
"tienes que estar bromeando" en el
ué me mi
caballos y ¿vas a ir p
iedo, solo... no
dense aquí. Sophie, no te separes
ecer las instrucciones de quedarse y esperar, sin saber que sus p
uerdas con las que estaban amarrados los caballos, parecían arrancadas de un solo estirón. Rose siguió y siguió caminando por varios minutos hasta que vio a la distancia un bulto en medio del camino. No podía distinguir lo que era así que, se acercó cada vez más, lo suficiente para ver los caballos que tiraban de su carruaje completamente deshechos. Los pobres animales estaban destripados y bañados en su propia sangre. Rose qued
Tenemos que
abrió la puerta y para su sorpre
¿Sophie d
aje y hasta debajo de Él. Gritaba hacia
gar. Sophie, contéstame por
e cortados siendo jalada por detrás po
s garras y dientes. Todo se veía borroso para ella, su carne estaba abierta de tal forma que, literalmente, podías ver dentro de ella. Estaba muriendo lenta y dolorosamente, se ahogaba en su propia sangre sin poder enten
ada lucía tan viva que casi era hermoso. Una vida hermosa
omo teniendo una fea y espeluznante pesadilla,
do. Se revisó el cuerpo buscando la herida que la hizo llenarse de sangre, pero no encontró nada. La gran herida que le causó la muerte había desaparecido, como si nunca hubiese estado ahí. Caminó unos metros, tambaleándose, y se encont
istinguir un perfume de rosas, pero no lo reconocía. Olfateó una vez más hasta que de repente, toda su memoria volvió de golpe y recordó que ese perfume era de su madre. Comenzó a agitarse de nuevo, recordó la desaparición de su familia, los animales mutilados y el ataque que sufrió. Intenta conservar la calma y comienza a seguir el perfume de su madre. El aroma la hace adentrarse al bosque cada vez más, casi call
escarbando en sus pieles, su madre estaba casi decapitada, le faltaba un enorme pedazo de carne en donde debía estar su cuello, pero lo que le sucedió a la pequeña Sophie era aún peo
cuerpos masacrados, sentía tanta tristeza y dolor en su ser, que un poco de ellos salió por sus ojos. Una gota de color carmesí salió de sus ojos en forma de lágrima, ella se la quitó
Una joven quedó lastimada de una forma inimaginable, sin siquiera saber el ¿por qué? pero aún más importante ¿Quién harí
da, física y mentalmente. El dolor era tan fuerte que la estaba de
sus feroces colmillos y al juntar todas las piezas del rompecabezas lo comprendió; habían sido atacados por un vampiro y que ese vampiro la infecto. Quedó destrozada una vez más, se había convertido en algo que comenzó a odiar, se
rumbo fijo, hasta donde sus pies le permitieran ir. Escuchó a la lejanía con su poderoso oído las olas del mar. Se dejó guiar por el sonido que la llevó hacia un acantilado, en donde observó el brillante y hermoso sol sobresaliendo de unas cuantas nubes grises a punto de oc
prolongar el dolor que sentía por más tiempo. Ya no tenía nada más que la aferrara a este mu
ntentó acumular los buenos recuerdos de toda su vida, pero eran interrumpidos por las muertes de sus padres y hermana, así que sus lágrimas roja
ierra sus ojos y da un pa