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Las bellezas del rey

Capítulo 3 El corazón de una concubina

Palabras:1142    |    Actualizado en: 05/03/2021

re y era por eso que estas mujeres; las bellezas del rey, harían todo lo posible para ser notadas por el monarca y así g

ndo olvidadas por todos, incluso por sus familias quiénes al verlas caer en desgrac

ar encanto y frescura. Pero no por siempre, las flores se marchitaban, su belleza no era eterna. En ese otro sentido las bellezas del rey también eran

as junto con los vengativos eunucos. Y aunque, no tenía una fórmula secreta para evitar

n inmenso castillo de maldades o una fina tela que dividía los elementos del agua y aire.

as señoriales de acuerdo con su estatus familiar y emblema dinástico. El complejo imperial tenía alrededor de mil hab

ó sus pertenencias sobre una empolvada mesa. Ahora, Ezra no estaba muy cómoda con el palacio, parecía más una casa abando

al, Madame Azzar —los cria

os realizaran sus labores salió del palacio y alzó los ojos al lujoso e inmenso palacio que se perdía entre la neblina. Un palacio entre fantasías y leyendas, era la morada de la emperatriz; también

.

a le quitó el grueso abrigo de piel de zorro u

as antes había visitado su palacio con la esperanza de convencerla de entrega

iz. La garantía fue criar a su hija una vez esta tuviera los tres años. Pero ya habían pasado cuatro años des

alacio y en su mente ya organizaba el plan

esperó impaciente la llegada del rey. El hombre

seosa del rey, era la primera vez qu

a y la emperatriz respiró aliviada al saber

ajestad ha en

o, la sonrisa que había en su rostro se desvaneció cuando el hombre se detuvo

n entender por qué el rey se había detenido y temiendo por la salu

unuco pregunta mientras mira con disimulo al

lejo interior, uno lleno con gran variedad de bellezas. Sig

pómulos enrojecidos por el frío el hombre entró al gran palacio imperi

ciones; estaban deseosos de que el rey pasara la noche con alguna

tad, d

o nada,

etivo y sin más alternativa se reti

taba deseoso de visitar ningún palacio, no quería ver los r

r, el rey quedó dormi

.

eor era que Ezra no podía salir de allí. De hecho, ninguna concubina estaba autoriz

chas reglas; incluso el como caminaba, como se sentaba o la incl

cha terminaba cansada y con un dolor in

n con entrar a servir al rey siendo que el haren era u

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1 Capítulo 1 Ardid de concubinas2 Capítulo 2 Jerarquía del terror3 Capítulo 3 El corazón de una concubina4 Capítulo 4 La vida en el palacio5 Capítulo 5 La nueva favorita6 Capítulo 6 Flores de guerra7 Capítulo 7 Mariposas en el palacio rojo8 Capítulo 8 Fortuna y desgracia9 Capítulo 9 El castillo del desierto10 Capítulo 10 La fortaleza de los débiles11 Capítulo 11 Astucia femenina12 Capítulo 12 Un juego peligroso13 Capítulo 13 El regreso de la concubina14 Capítulo 14 El banquete de la15 Capítulo 15 Alianza traicionera16 Capítulo 16 Tensión en el haren17 Capítulo 17 En busca de una salida18 Capítulo 18 La flor dorada19 Capítulo 19 La caída de la flor20 Capítulo 20 La muerte de la mariposa21 Capítulo 21 Una noticia inesperada22 Capítulo 22 Destellos de maldad23 Capítulo 23 La belleza eterna24 Capítulo 24 El canto de la noche25 Capítulo 25 Deseos de un corazón26 Capítulo 26 La manzana de la discordia27 Capítulo 27 Malos deseos28 Capítulo 28 La debilidad de los más fuertes —Parte I29 Capítulo 29 La debilidad de los más fuertes —Parte II30 Capítulo 30 El león enjaulado31 Capítulo 31 El sonido del amor32 Capítulo 32 Címbalos dorados33 Capítulo 33 Ingenio rajput34 Capítulo 34 Amarga noche35 Capítulo 35 La flor rebelde36 Capítulo 36 Flores, víboras y algo más37 Capítulo 37 Unilateral38 Capítulo 38 La flor liberada39 Capítulo 39 La verdad sale a luz40 Capítulo 40 Nueva esperanza41 Capítulo 41 El destino y la flor venenosa42 Capítulo 42 Provocación43 Capítulo 43 Vida y muerte44 Capítulo 44 Devuelta al encierro45 Capítulo 45 Flores marchitas46 Capítulo 46 La debilidad de un buen corazón47 Capítulo 47 El ardid de la rosa48 Capítulo 48 El camino de la rosa49 Capítulo 49 Oportunidad de oro50 Capítulo 50 Definición del engaño51 Capítulo 51 El rey y un general52 Capítulo 52 La elección de una concubina53 Capítulo 53 Las espinas de la rosa54 Capítulo 54 Los pinchazos de la rosa55 Capítulo 55 El tigre del oriente56 Capítulo 56 Una estrategia desesperada57 Capítulo 57 Adiós a la dulzura58 Capítulo 58 La dualidad de una flor59 Capítulo 59 Las garras del tigre60 Capítulo 60 Alas rotas61 Capítulo 61 Memorias efímeras62 Capítulo 62 Epílogo