En las intermitencias del amor
gaba de la pared color mostaza. La casa siempre habÃa sido silenciosa, pero después de
en, estarÃas cerca de mamá, ella dice que le encantarÃa poder verte, que compres una casa cerca, para que puedan verse a diario. Sé que esta pérdida debe ser sumamente dolorosa para ti, pero... puedes in
afé caliente, deslizaba el dedo anular izquierdo po
hacer justicia, aunque era más que claro que Marko Rumanof asesinó a L
brió su boca de la impresión cuando c
ir que tomarás justic
de hacer justicia, la muerte de
que existen, son demasiado peligrosos... tú más que nadie lo sabe... -soltó la mujer con miedo-.
a?! -exclamó Vale
almente, apenas si se conocÃan, ninguno de la familia estuvo de acuerdo con que se casaran cuando apenas tenÃan dos meses de novios. Quién sabe si realmente los Rumano
eo que terminó convirt
ad, necesitas descansar, escapar de todo este desastre. Apártate de Marko Rumanof, ese hombre es demasiado peligroso, ya nuestra familia tuvo suficiente con todo el
el profundo mar de la venganza. En ese momento lo supo, la mirada de Valentina reflej
*
na se terminaba de arreglar para ir
ntró una corona de rosas fúnebre q
visualizar quién habÃa traÃdo las rosas, fue impo
con uno de sus tacones negros, las flore
erado. Caminaba de un lado a otro pregu
mano a su rostro y lo frotó con estrés-. SÃ, ello
erse una uña
, maldita sea
de se encontraba un portarretrato con la foto de s
zo trabajaba en la compañÃa Rumanof, apenas llevaba un año, rara vez se habÃan dirigido la palabra, pero él logró presenciar en varias
zo era como su salvador, un refugio, ese compañero ideal que la ayudaba a relajarse después de tener un mal dÃa en el trabajo. Con
to que nadie hiciera justicia y revelara l
as que recibiera. Ella también atacarÃa y lo
*
sitaba concretar una cita con él, no podÃa permitir que él se viera con su prometida y l
a la oficina
ta oscura de cristal y despu
extraño en él, no era el tÃpico jefe que se mataba trabajando, ni mucho menos era adicto a las fiestas o trasnocharse, era más un hombre diurno que le gu
una sonrisa, esta vez era real, le gustaba
e se trataba de ella, su mirada cobró un bril
ras alargaba una agradable son
nquirió ella mientras entrel
él y le hizo señas con una mano para qu
Era cierto, algo le sucedÃa, tenÃa una expresión de estar siend
etalle que antes nadie me habÃa hecho. -Desplegó una sonrisita-. Usted... se ha estado comportando muy atento con
arecÃa que Marko no le estaba creyendo mucho. ¿Se ha