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Hechicero de sirenas.

Capítulo 3 3

Palabras:2984    |    Actualizado en: 17/04/2024

habitación llenándola de un aire salado. La mañana era soleada, el océano estaba calmado y en silencio, como

abría a las ocho, así que tendría de las ocho hasta las seis de la tarde para idear un pl

cómoda y bajé las escaleras casi arrastrando los pies por los escalones de

con la mano puesta en la perilla y los ojos bien abiertos, esperando

za de un árbol, pero su impecable sonrisa era la que le hacía parecer veinte añ

bu — saludé —¿C

en bolsa no es del todo natural, así que todas las mañanas un chico tocaba a la puerta con una pequeña jarra de leche —

za, llevaba su uniforme del Anidado y su cabello despeinado, tomó una tostada y la engulló con rapidez ante

e hombros. Le dio un abrazo al abuelo y luego se acercó a mí, me tomó de la cabeza y me beso el

galletas. Me senté sobre el mesón y empecé a untar una de ellas, Por pensa

ndome el dedo que había qu

irme? —Sus pequeños ojos

me reí, pero él siguió m

o que quería decirme —Si... un permiso para salir a pasear hoy por la noche — me miró y me guiño un ojo. Todos sabemos que a un anciano d

—dije mientras miraba la

ntusiasmo y meneando las manos —l

ofundamente extrañado, mi abuelo no e

r mi cara de tonto —me dijo que una chica te invitó a salir, pero que tú le habías dicho que no porque tenías que cuidar la librería — entonces empecé a comprender l

lbuceé golpeándome la fren

mprano, yo te remplazo —Sonrió con aleg

boca empezaran a cortar la distancia. Sentía de nuevo agua en la boca. Y justo cuand

on la punta del zapato, esta recorrió todo el lugar Hasta chocar con la ventana, justo quedó pegada del vidrio, ambos

o a veces me ponían los pelos de punta, y aunque nunca me acostumbré y pens

volteando de nuevo hac

estar preparado, pero... ¿Abu?, —

amudea Walter cuando miente — no pude evitar una sonrisa, en eso nos parecíamos —s

hasta la noche — contesté, que el abuelo n

planes de Walter lo amarraría a las escaleras y yo le ayudaría. Tal vez debí haberle dicho, él hubiera podido hacer algo, podía haberme ay

ndome el bolso en la espalda

charlo —Gracias, mi niño, por ayudarme t

ada qué agra

enos a las cuatro — dijo

tas al asunto. Tomé mi patineta y

tir esa sensación, era como ser libre, a pesar que me gustaba mi monótona rutina semanal, me sienta un poco estancado, a veces sentía que no pertenecía a ese lug

on fuerza las correas que amarraban los perros inquietos que tenían ganas de correr tras las gaviotas que volaban raso entre los techos. Un sábado normal, pero en un

y cuando levanté la mirada me encontré con la chica de cabello neg

né que literalmente me saltarías en sima —

lado. Vi cómo se sacudía el vestido claro y me sentí mal, se había llenado de tierra

Riley —cuando dijo mi nombre me tensé, luego recordé que yo mismo

s —le dije cuando ella hiz

que nunca mir

atropellarte —le dijo y

do y el cabello negro ondeado por el viento me acarició la mejilla. Vi cóm

lado un día de estos? —ella vol

hasta que la vi desaparecer por la esquina, ahora

obre la puerta, en una corteza de madera vieja, el nombre de la librería: "A Evangeline", En h

en que alguien los lea para transportarlo a otro mundo inundó mi nariz. Puse las llaves donde siempre lo hacía y me paré en frente de las estanterías buscando qué leer, ya había acabado todas

egó el pedido de libros que había hecho el abuelo me entretuve un rato organizando todo, hasta que un

ren

a yema de mis dedos y l

oco antes de abrirlo, miré alrededor, la soledad impregnaba el pequeño local y pocas personas pasaban p

enas hasta lo profundo del mar. Era ya la una de la tarde y me dispuse a salir de la librería para sentarme en la escaleras a ver pasar personas después de almorzar. Cerré el libro y me restregué los ojos con su

con mi propia saliva al ver de quien se trat

n faltos de capacidad cerebral. Pero todos sabíamos que Jefferson no era del tipo que entra

y tan oscuro como las alas de un cuervo y su perfecta sonrisa derretía a

a sonrisa brillante

rente estaba húmeda, parecía que había est

ó a hablar rompiendo

mostrador y lo seguí. Dejé el

y decidí venir a visitarte —me

me salió tan esp

ó encogiéndos

l ver que él no se inmutaba me empecé a p

ros — respiré aliviado,

— saqué la lista que e

a revisar las estanterías. Era extraño ver al chico guapo y famoso de la un

isa nerviosa los puso frente a mi boca abajo, tomé el primer l

scar en la lista el precio, ¿por qué le avergonzaría? era un libro bastante barato puesto que lo p

ron en Los míos y luego apartó la mirada con una sonrisa tonta. Bajé la mirada hasta en título del libro y vi que ara el libro erótico que estaba tomando fue

te gusta este tipo de lectura? — pregunté. Él

los libros, ya sabes, dicen que son de

son sólo libros —le dije y le devolví

pon

completa? — le pregunté de una mane

glando motos y carros por ahí en el talle

r tomo ¿qué tal que no me guste? —asentí dándole la

omado en libro que habí

gustan los libros para chicas —

Julieta —nos vemos luego. Creo que pasaré por aquí más a menudo, Walter dice que debería

curiosidad. "Malditas". Busqué rápido entre las hojas hasta que llegué al capítulo,

ndenadas a la orilla de la costa a escuchar lo qu

nificaba y para ser aún más honesto

nía autor, solo una extraña edit

llegó mi abuelo. Hablamos de todo un poco y nos reímos otro p

tineo de la campanilla de la puerta me hizo detener el corazón, levanté la cabeza con rapidez para encontrarme con mi amigo Walter prad

o, como sabía que si no lo acompañaba iría solo, acompañarlo y en

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