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Señor Griego

Capítulo 3 El nuevo rumbo

Palabras:1207    |    Actualizado en: 12/12/2023

podido cerrar la boca desde que empezó a escucha

confirman; pero saber de mi propio testimonio lo que sucede en su ilegal realidad, es digno d

iona finalmente —.¿ O a tu padre, Mell? N

adre...—hago un gesto amargo —...eso no es un padre pero yo sí soy una hija. P

os blancos de tacón y me doy cuenta por primer

e encuentra. Es como si pudiera tenerme vigilada por un maldito satélite espacial. Es absurdo

de repente. Y se mantien

upo de migrantes y me perderé por el mundo. Si voy de ilegal, no dará conmigo y tengo dos

oma de la mano. Desde ese momento

de zarpar el crucero. Dos horas para hacer que sea yo quien tome el sitio de

, ropa suya y gafas de sol además de una gorra p

e Cindy que llamó a última hora para avisar que no podr

documentos y siendo joven como ella, no me parece muy descabell

ue ser rastreado por Mauro. Además de que no tienen por qué saber de

ado y vendemos las joyas por muchísimo menos de lo que valen pero hacemos algo de dinero para cuando me tenga que ba

horas después estamos navegando lejos de mi pasado.

.

camarera o algo... —balbu

te y te toca el área de la piscina durante la tar

ayudado como nadie haría y está poniendo su prop

, cariño..

uro y solo libramos los lunes en la noche pero la paga

r de la delincuencia organizada, la verdad es un mal necesario y al final

pecho, bajito para que las otras dos chicas con las que b

nte pero nunca me ví en esta tesitura. A

r pases privados también. Solo que no pueden tocarme. Eso me relaja. Aunque yo sí tendré que tocarme a mi misma de forma sugere

e que son una especie de streepers y una encarga

como nadie conocía a Martha, no hemos teni

ue bailara en ningún lugar. Solo el estudio. Y ca

p muy revelador y una especie de mini tutú para bailar, del que cuelga una cola de diabla. Vamos descalzas, algo que amo. El panorama

! —pregun

club donde me escondo de un maldito miserable que incluso desde lejos

stener los pedazos de mi vida, hasta q

nto pero al menos es mío, y nadie me

jos que parecen dorados entre las luces, me observan tan endemoniadamente fijos, que me recorre un e

de la música, sin dejar de busca sus ojos entre la multitud

que me atraviesa, en cada segundo que

rto y puede ser que

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