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2da  parte de la niña del morichal

2da parte de la niña del morichal

1861Men1417*

5.0
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Capítulo

2da parte. La niña del morichal. Una semana ha transcurrido desde el bautizo de Ana Cristina, conocida por todos como [La niña del morichal], sus orgullosos padres están muy contentos con la nueva reina del hogar y no paran de dar gracias a Dios a cada momento. Amanece un nuevo día y como de costumbre José Miguel, se levanta muy temprano y tratando de no hacer ruido para no despertar a su esposa ni a la pequeña que duerme plácidamente en su cuna de madera, abandona la confortable habitación, para dirigir sus pasos hacia la cocina a preparar el café de la mañana. Transcurridos unos minutos y después del aseo personal, lo encontramos sentado en la cocina saboreando una humeante taza de café. Despunta aquel lunes 14 de mayo, con un cielo despejado bajo un sol radiante José Miguel dobla el lomo sobre la maleza y machete en mano despeja el camino hacia las siembras de hortalizas, esta rutina semanal que realiza con agrado consciente de que gran parte de la comida tanto de su esposa como de su niña dependen de su arduo trabajo. El llanto de Ana cristina se escucha por toda la habitación ocasionando que su madre se despierte del profundo y reparador sueño. Seguidamente se incorpora sobre la cama y calzando las finas sandalias de goma se dirige hacia la cuna y tomando entre sus brazos a su pequeña la lleva hasta su cama y nuevamente se acurruca debajo de las sabanas para amamantarla. Es ya media mañana cuando Cristina desayuna sentada en uno de los bancos de madera de la cocina, son minutos que aprovecha al máximo mientras su pequeña duerme en la confortable cuna. Luego del exquisito desayuno como ella le dice a una rebanada de pan tostado juntado de mermelada de guayaba y acompañado con una taza de café. Pasados unos minutos prende las hornillas de la cocina y coloca entre las ollas los ingredientes para el almuerzo. Entre sus pensamientos resalta la imagen de su querido esposo, al cual vislumbra sudoroso mientras quita la maleza de las siembras de hortalizas. Sus hermosos ojos color esmeralda se fijan en las manillas del reloj que cuelga de la pared del comedor, son ya las once y media de la mañana por lo que tiene el tiempo justo para preparar el almuerzo y esperar a que su esposo regrese del trabajo en el campo.

Capítulo 1 2da Parte de la niña del morichal

Una semana ha transcurrido desde el bautizo de Ana Cristina, conocida por todos como [La niña del morichal], sus orgullosos padres están muy contentos con la nueva reina del hogar y no paran de dar gracias a Dios a cada momento. Amanece un nuevo día y como de costumbre José Miguel, se levanta muy temprano y tratando de no hacer ruido para no despertar a su esposa ni a la pequeña que duerme plácidamente en su cuna de madera, abandona la confortable habitación, para dirigir sus pasos hacia la cocina a preparar el café de la mañana.

Transcurridos unos minutos y después del aseo personal, lo encontramos sentado en la cocina saboreando una humeante taza de café. Despunta aquel lunes 14 de mayo, con un cielo despejado bajo un sol radiante José Miguel dobla el lomo sobre la maleza y machete en mano despeja el camino hacia las siembras de hortalizas, esta rutina semanal que realiza con agrado consciente de que gran parte de la comida tanto de su esposa como de su niña dependen de su arduo trabajo. El llanto de Ana cristina se escucha por toda la habitación ocasionando que su madre se despierte del profundo y reparador sueño. Seguidamente se incorpora sobre la cama y calzando las finas sandalias de goma se dirige hacia la cuna y tomando entre sus brazos a su pequeña la lleva hasta su cama y nuevamente se acurruca debajo de las sabanas para amamantarla. Es ya media mañana cuando Cristina desayuna sentada en uno de los bancos de madera de la cocina, son minutos que aprovecha al máximo mientras su pequeña duerme en la confortable cuna. Luego del exquisito desayuno como ella le dice a una rebanada de pan tostado juntado de mermelada de guayaba y acompañado con una taza de café. Pasados unos minutos prende las hornillas de la cocina y coloca entre las ollas los ingredientes para el almuerzo. Entre sus pensamientos resalta la imagen de su querido esposo, al cual vislumbra sudoroso mientras quita la maleza de las siembras de hortalizas. Sus hermosos ojos color esmeralda se fijan en las manillas del reloj que cuelga de la pared del comedor, son ya las once y media de la mañana por lo que tiene el tiempo justo para preparar el almuerzo y esperar a que su esposo regrese del trabajo en el campo.

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Entretenida historia basada en la cotidiana vida rural, donde una pareja de jóvenes enamorados comparten puntos comunes en la formación de una familia con la llegada meses mas tarde de una hermosa niña de nombre Ana Cristina, la cual trae alegría al hogar a tal punto que los familiares y vecinos comienzan a llamarla como la niña del morichal. La niña del morichal El reloj sobre la mesa marca las dos de la madrugada cuando Cristina comienza a sentir los dolores de parto, a su lado José Miguel ronca plácidamente en señal de un profundo sueño. Los minutos transcurren lentamente mientras los dolores se incrementan lo cual ocasiona que la mujer le de unas suaves palmadas en la espalda, la insistencia da resultados y sobresaltado el hombre despierta al tiempo que pregunta: ¿ Qué te pasa Cristina, que sucede?. -Por favor José Miguel despierta que tengo los dolores de parto-. Saltando de la cama el hombre enciende la luz de la habitación y sin perder tiempo se viste, agarra la cartera que esta sobre la mesa y alcanzando la puerta le dice a su mujer: -Anda vistiéndote que voy a la casa del cuñado Humberto para que nos lleve en su carro al Hospital de Maturín-. Agarrándose la barriga ella se levanta de la cama, se calza las sandalias de goma, cambia la dormilona por una bata de seda, al pasar frente al espejo observa el dolor reflejado en su cara, agarra el bolso de cuero en donde tiene dinero y los papeles de identidad. Luego abandona la habitación para sentarse en la sala a esperar a su esposo. Media hora ha transcurrido aproximadamente desde que José Miguel agarrara camino rumbo a la casa de su cuñado, con la linterna en una de sus manos apura el paso saltando de vez en cuando los charcos de agua y esquivando los troncos y promontorios de piedra. Esos caminos de tierra abandonados a su suerte es fiel reflejo de una triste realidad, son muy pocas las carreteras asfaltadas en estos pueblos rurales y los habitantes tienen que ingeniárselas para poder trasladarse por diferentes medios a la capital del estado. Estos pensamientos y muchos otros más, pasan velozmente por la cabeza de José Miguel, un joven campesino de cuarenta y tres años de edad, casado desde hace tres años con la hermosa Cristina, dedicado a las labores del campo, cría de aves de corral, ordeños de algunas vacas así como la siembra y cultivo de hortalizas. Con el sudor de la frente a levantado la casa en donde habita con la hermosa morena, la ayuda de su cuñado Humberto ha sido de gran importancia para la compra y traslado de materiales, artículos comestibles y útiles de labranza necesarios para el desarrollo de las actividades del campo. La fertilidad de la tierra cercana a un morichal de aguas cristalinas y llenas de peces, la diversidad de flora y fauna de la zona, han hecho más llevadera la vida de la joven pareja y ahora Dios les ha premiado con la llegada de un bebe. La prevenida madre con grandes esfuerzos y ahorrando parte del dinero obtenido por la venta de hortalizas, queso y mantequilla productos del ordeño de las vacas, le ha permitido comprar ropa para bebe de ambos sexos, ante la incertidumbre de saber a ciencia cierta si la cigüeña les traerá hembra o varón, de todos maneras los padres le recibirán con todo el amor del Mundo. Por fin el agotado José Miguel logra llegar al portón de hierro de la casa de su cuñado, la cadena con el candado indica que los habitantes están durmiendo pero los insistentes ladridos del perro y los gritos del visitante logran que se enciendan las luces del corredor, a los pocos minutos la figura de un hombre corpulento y de mediana edad se dibuja en la puerta, es Humberto quien pasándose una de sus manos por los espesos bigotes pregunta: ¿Cuñado por qué gritas, que pasa le sucedió algo a mi hermana?. -Gracias a Dios que te despertaste Humberto, corre y saca el carro que ha tu hermana le dieron los dolores de parto-. Al escuchar las palabras de José Miguel, aquel hombre aun medio dormido salto como un resorte y sin perder tiempo se colocó una franela, tomo la cartera y las llaves de la camioneta Ford año 1979, le dio un beso en la mejilla a su mujer tratando de no despertarla a esa hora de la madrugada. Ya en el garaje encendió el vehículo y con un nervioso cuñado sentado a su lado, tomo rumbo a la casa de su hermana Cristina. Las agujas del reloj que cuelga de la pared de la sala, marcan quince minutos para las tres de la madrugada cuando la angustiada Cristina siente las cornetas del carro de su hermano Humberto, señal inequívoca de que han llegado a la casa. Conteniendo los dolores que siente en la barriga, la mujer se levanta del mueble y a paso lento se dirige hacia la puerta y en ese preciso momento José Miguel hace su entrada y con la angustia reflejada en el rostro pregunta: ¿Ya estas lista mujer, como te sientes?. -Ven te ayudo a subir a la camioneta para dirigirnos hacia el hospital-. Con todas las personas a bordo, el vehículo toma rumbo hacia la carretera nacional. Después de la llega

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