La Venganza de una Esposa Olvidada

La Venganza de una Esposa Olvidada

Gavin

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Capítulo

La notificación de expropiación llegó sin avisar, revelando el plan para reemplazar la vieja casona de mis abuelos con departamentos nuevos. Mi hermano menor, Mateo, sostenía el papel como un trofeo de oro. "El último que se lo quede el perro", se burló Mateo, riendo a carcajadas, ante la atenta mirada de mi madre, que me fulminaba con desprecio. Mi propia madre, en lugar de defenderme, la atacó, recordándome que soy una inútil y que ni el perro me daría nada, porque la prosperidad es solo para hombres como Mateo, no para mí. Sentí una furia que amenazaba con consumirme, pero entonces, mi celular vibró con un mensaje de mi hija Ana. "Mamá, no les digas nada", decía. "Que crean que es la casa del primo. Tú hazte la tonta y vuélvete rica. ¡Ya nos tocaba!" Una sonrisa lenta y secreta se formó en mis labio. Otro mensaje de mi esposo, Carlos, confirmaba: "¡De ahora en adelante, dependeré de mi querida esposa para que me mantenga!". Respiré hondo, conteniendo una risa que burbujeaba en mi pecho. El juego acababa de empezar, y yo tenía todas las cartas ganadoras.

Introducción

La notificación de expropiación llegó sin avisar, revelando el plan para reemplazar la vieja casona de mis abuelos con departamentos nuevos.

Mi hermano menor, Mateo, sostenía el papel como un trofeo de oro.

"El último que se lo quede el perro", se burló Mateo, riendo a carcajadas, ante la atenta mirada de mi madre, que me fulminaba con desprecio.

Mi propia madre, en lugar de defenderme, la atacó, recordándome que soy una inútil y que ni el perro me daría nada, porque la prosperidad es solo para hombres como Mateo, no para mí.

Sentí una furia que amenazaba con consumirme, pero entonces, mi celular vibró con un mensaje de mi hija Ana.

"Mamá, no les digas nada", decía. "Que crean que es la casa del primo. Tú hazte la tonta y vuélvete rica. ¡Ya nos tocaba!"

Una sonrisa lenta y secreta se formó en mis labio.

Otro mensaje de mi esposo, Carlos, confirmaba: "¡De ahora en adelante, dependeré de mi querida esposa para que me mantenga!".

Respiré hondo, conteniendo una risa que burbujeaba en mi pecho.

El juego acababa de empezar, y yo tenía todas las cartas ganadoras.

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