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Renacer de salto de puente
Mi médico suspiró, confirmando lo inevitable: mi leucemia estaba en etapa terminal, y yo solo anhelaba la paz de la muerte. Para mí, morir no era una pena, sino la única liberación de una culpa que nadie, excepto él, entendía. Luego, mi teléfono sonó, y la voz fría de Mateo Ferrari, mi jefe y antiguo amor, me arrastró de nuevo a un purgatorio autoimpuesto. Cinco años atrás, en los viñedos de Mendoza, su hermana y mi mejor amiga, Valeria, me empujó por la ventana para salvarme de unos asaltantes. Su grito y el sonidFmao de un disparo resonaron mientras huía, y cuando la policía me encontró, Mateo me sentenció con un odio helado: "Tú la dejaste morir. Es tu culpa." Desde entonces, cada día ha sido una expiación, una condena silenciosa bajo la crueldad de Mateo. Él me humillaba, me obligaba a beber hasta que mi cuerpo dolía, disfrutando mi sufrimiento como parte de esa penitencia interminable. Mi existencia se consumía bajo su sombra, una lenta autodestrucción en busca del final. La leucemia era solo el último acto de esta tragedia personal, la forma final de un pago que creía deber. ¿Por qué yo había sobrevivido para cargar con esta culpa insoportable y el odio de quienes una vez amé? Solo ansiaba el final, la paz que la vida me había negado, el perdón de Valeria. Una noche, tras una humillación brutal, una hemorragia masiva me llevó al borde de la muerte. Sin embargo, el rostro angustiado de mi amigo Andrés, y la inocencia de una niña que lo acompañaba, Luna, me abrieron una grieta de luz inesperada. ¿Podría haber una promesa más allá de la muerte, una oportunidad para el perdón y una nueva vida que no fuera de expiación?
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Tu amnesia fingida reveló al monstruo
Mi boda con Ethan Reed estaba a solo unas semanas. Después de siete años, estaba segura de nuestro futuro perfecto. Entonces, Ethan alegó «amnesia selectiva» por una lesión en la cabeza, olvidándose solo de mí. Intenté hacerle recordar, hasta que escuché su videollamada. -Una jugada de genio total -se jactaba con sus amigos. Su amnesia era un falso «pase libre» para perseguir a la influencer Chloe Vance antes de nuestra boda. Con el corazón destrozado, fingí creerle. Soporté su coqueteo abierto con Chloe y sus selfis provocadores. Se burló de mi angustia, priorizando la falsa emergencia de Chloe. Después de un accidente que él causó, me abandonó herida, eligiendo enviar a Chloe al hospital primero. Incluso intentó cortarme el grifo financiero. ¿Cómo podía mi prometido ser este monstruo cruel y calculador? Su traición envenenaba cada recuerdo. Me sentí como una tonta por confiar en una crueldad tan ilimitada. Su audacia me dejó aturdida. Pero no sería su víctima. En lugar de romperme, un plan frío se formó. Me despojaría de mi identidad, me convertiría en Olivia Carter. Desaparecería, dejándolo a él, a mi pasado y a su anillo de compromiso atrás para siempre, reclamando mi libertad.
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Te Ayudaré a Exponer Tu Amor Puro
Ricardo regresó a casa una semana después de nuestra pelea, desdibujado por la fatiga, ignorando mi anhelo de respuestas. Su evasión, su silencio, y esa maldita barrera de ruido que encendió en la televisión, me hicieron sentir pequeña, insignificante. Pero la verdadera fractura se reveló en su laptop: carpetas ocultas bajo el pérfido nombre "Mi Amor Verdadero", revelando dos años de un romance "platónico" con Estrella. "Eres la única mujer que he amado de verdad," le escribía mi esposo, describiendo nuestro matrimonio como un desierto, mientras ella se regodeaba en la idea de ser su "esposa ante Dios". ¡Y lo peor no era el sexo, sino esa devoción enfermiza, el dinero, los viajes, y cómo él manipuló su carrera a costa de la de otros! La verdad me golpeó mientras los veía, a él y a su "musa", brindando en el restaurante, ignorando mi existencia, y mi rabia, pura y volcánica, me cegó. Destrocé una botella de vino y grité mi dolor en ese restaurante, solo para verlo acunar a ella, no a mí, mientras yo caía al suelo, humillada. En el hospital, mi familia política me acusó de arruinar su carrera, y mi propia madre me pidió perdonar "un pequeño desliz" por el bien de la familia. La humillación se grabó a fuego cuando los vi, Ricardo y Estrella, en el jardín del hospital, él besando su cabello mientras ella lloraba, y de repente, la calma. Supe que, si querían guerra, la tendrían, y que yo, la "loca", no me divorciaría. No sin antes desatar mi propia tormenta y exponer su "amor puro" al mundo, cueste lo que cueste.
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Venganza de la esposa secreta
Eli Vargas, la discreta esposa secreta del magnate del tequila Ricardo Montoya, lleva tres años de matrimonio invisible, consumida por la indiferencia de un hombre obsesionado con su exnovia, Sofía de la Garza. En su propio cumpleaños, Ricardo la deja plantada, corriendo a consolar a Sofía, su "amor de juventud", recién llegada de París, como si Eli nunca hubiera existido. Humillada y con el corazón destrozado, Eli decide que es hora de escapar de esa jaula dorada y poner fin al suplicio, planeando vengarse sutilmente de la arrogante Sofía para facilitar el divorcio. Pero justo cuando la libertad parece un soplo cercano, la vida le lanza una cruel e inesperada bofetada: un embarazo no deseado, la condena a perpetuar su propia miseria en una nueva vida. ¿Cómo podría traer un hijo al mundo de un hombre que ignora su existencia, condenándolo a una vida de desamor y abandono como la suya? Eli toma la decisión más dolorosa y valiente de su vida: elige su libertad y la dignidad de un futuro sin el lastre de un amor no correspondido, aunque eso signifique borrar una parte de sí misma. Ahora, con su venganza y un secreto devastador en mano, Eli está lista para un nuevo comienzo, pero el destino le tiene preparada una última jugada familiar... una que convertirá el "amor verdadero" de Ricardo en el mayor escándalo de la jet set mexicana.
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El Hombre Cruel que me enamoro
Volví a la hacienda familiar después de cuatro años, solo para visitar la tumba de mis padres y cerrar un capítulo doloroso. En un mes, me casaría con Mateo en Madrid y finalmente sería feliz, lejos del pasado que aún me atormentaba. Pero mi regreso no fue tranquilo. Alejandro, mi ex tutor y el hombre de quien estuve locamente enamorada, estaba comprometido con Camila, mi rival de toda la vida y la persona que me hizo la adolescencia un infierno. Lo más impactante fue su ceguera: Camila me humillaba abiertamente, me incriminaba en accidentes y mentía descaradamente, pero Alejandro siempre le creía a ella. Mis intentos de hablar con él, de mostrarle mi nueva vida y mi genuina felicidad con Mateo, eran recibidos con desdén y rechazo. Él tildaba mi compromiso de "farsa" destinada a arruinar el suyo. La injusticia era insoportable. ¿Cómo podía la persona que me crio, mi supuesto protector, creer siempre lo peor de mí y caer tan fácilmente en las trampas de Camila? La confusión me invadía: ¿por qué se había vuelto tan distante y cruel? Parecía que todos los años de mi vida a su lado no significaban nada. Cada vez que intentaba acercarme, él me empujaba más lejos. Pero ya no era la niña indefensa. Agotada de sus manipulaciones, me prometí que esta sería la última vez. En el día de mi boda con Mateo, supe que era el momento de mi verdad. Frente a él, a todos, y a la mujer que me había despreciado, haría una elección. Decidí que mi felicidad no dependiera de su aprobación, sino de mi propia voluntad.
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La Arquitecta de su Venganza
Sofía Valdés había sacrificado una década de su vida, su carrera y hasta sus ahorros por Ricardo Montoya, el hombre a quien creía amar y con quien soñaba un futuro. Pero mientras yacía, drogada y apenas consciente en una cama de hospital, las voces de Ricardo y su amigo revelaron una verdad monstruosa. La "enfermedad" de su amante, Isabella, era una farsa. Ricardo la había impulsado a abortar a su propio hijo con "vitaminas" para congraciarse con Isabella, y ahora le robaba su médula ósea para "salvarla". El colmo de la humillación: Ricardo la abandonó para servir a Isabella, ignorando todos sus sacrificios. Incluso no dudó en sacrificarla, empujándola por un precipicio para proteger a la "secuestrada" Isabella, quien después confesaría que todo había sido un elaborado engaño. El dolor físico era nada comparado con la devastación de su alma. ¿Cómo pudo haber sido tan ciega? Ricardo la había usado, desechado y sacrificado una y otra vez. Pero las lágrimas se secaron, dejando paso a una fría y calculadora rabia. Sofía encontró el número del principal rival de Ricardo, Alejandro Herrera. Su pregunta no solo sellaría su nuevo destino, sino también el inminente desastre de Ricardo: "¿Alejandro, te casarías conmigo?".
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Te Derrotaré Ladrona
La pantalla del televisor del restaurante emitía un brillo frío, reflejando la sonrisa de mi prima Isabella Vargas, flamante chef de televisión, presentando "mi" Mole de los Secretos Familiares. Mintió. Esa receta me la susurró la abuela, la perfeccioné yo, y ahora ella la vendía como suya, construyendo su imperio sobre las ruinas de nuestro restaurante familiar. La familia, los mismos que me dieron la espalda y me llamaron "envidiosa" , celebraba cada uno de sus "logros". Mi reputación se hizo pedazos, mis sueños de chef se convirtieron en la burla de todos. Fui la sombra, la cocinera de un local que ya no existía, cerrado por deudas y el escándalo de su acusación: "Sofía me roba mis ideas" . Mi padre no soportó la humillación del embargo y murió esa misma noche. Mi madre, rota de dolor, me culpó: "¡Arruinaste a esta familia!". Con el olor a gas llenando mi pequeño apartamento, cerré los ojos, cansada de luchar. Pero un rayo de sol golpeó mi cara y el aroma a café de olla me envolvió. Estaba en mi cama. El calendario marcaba: 24 de mayo. Un año atrás. El día antes de que Isabella apareciera en televisión y mi mundo se derrumbara. Estaba viva. Y tenía una segunda oportunidad.
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Renací Para Odiarte
La última imagen que vi fue el reflejo distorsionado de mi rostro en el acero pulido de una mesa de operaciones. Estaba fría, de un frío que calaba hasta los huesos, no por el metal, sino por la desesperanza. A mi alrededor, figuras de blanco murmuraban sobre "sujetos con dones" y "procedimientos de extracción". Nadie dijo mi nombre. Yo no era Sofía, era un espécimen. En esta vida que ahora terminaba, fui la sombra, la hermana dócil que eligió el "don de la humildad", mientras Isabella, mi hermana, deslumbraba con el "don del éxito" elegido por mi madre. Mi humildad me llevó a una jaula de oro, casada con Mateo, un hombre que me trató como un adorno más. Pero el éxito de Isabella era una espada de doble filo: atrajo la codicia, la traición. Familiares, esas sanguijuelas, la denunciaron a una sociedad secreta. Fue capturada, torturada en un laboratorio como este, y murió. La noticia me llegó fría, sin sentimiento, un escándalo más para mi esposo. Y ahora, aquí estaba yo, en el mismo infierno, experimentando el mismo horror. La sociedad secreta, en su búsqueda, encontró mi "don" y lo consideró valioso. El dolor se intensificó, una agonía que recorría cada nervio. Cerré los ojos con un último pensamiento amargo: a nadie le importó nunca. La oscuridad me envolvió. Un rayo de sol golpeó mis párpados. Parpadeé, confundida. El dolor había desaparecido. El frío laboratorio se había esfumado. Estaba en mi habitación de la infancia, la que compartía con Isabella. Escuché la voz de mi madre, Elena, desde el pasillo: "¡Sofía, Isabella! ¡Bajen ahora mismo! ¡Tengo algo muy especial para ustedes!" Mi corazón se detuvo. Conocía esa voz, esa frase. Era el día. El día en que mi madre nos hizo elegir nuestros dones. Me miré en el espejo: una adolescente, mi rostro sin las marcas del dolor y la resignación. Estaba viva. Había vuelto. Una furia helada y clara me invadió. Esta vez, no sería la víctima.
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Habla Con Mi Marido
Volví a abrir los ojos y un calendario marcaba diez años en el pasado. Había muerto en un accidente de coche, con la mano de Ricardo aferrada a la mía, justo después de que me culpara por no haber triunfado en su carrera musical. El universo, o lo que fuera, me otorgó una segunda oportunidad. Cambié mi destino, me convertí en una arquitecta exitosa y forjé una vida plena, lejos de su toxicidad. Pero el reencuentro de exalumnos me arrastró de nuevo a su presencia. Ahí estaba él, Ricardo, el músico frustrado, ahora un arrogante inversionista inmobiliario, acompañado de Jimena, la misma que siempre buscó separarnos. Con un fajo de billetes en la mano, me ofreció un puesto de "asistente sencilla" y me humilló frente a todos, aludiendo a mi supuesta pobreza y fracaso. Jimena, con su falsa compasión, me llamó "simple" y "amargada", mientras los demás se reían. ¿Cómo se atrevía a tratarme así después de todo lo que sacrifiqué por él en mi vida pasada? Justo cuando estaba a punto de explotar, un torbellino de pelo castaño entró corriendo, aferrándose a mis piernas. "¡Mamá!", gritó mi hijo, Mateo. Y detrás de él, mi esposo, el magnate de la construcción, Alejandro Castillo, llegó sonriendo para llevarnos a casa. Fue entonces cuando Ricardo, y todos los demás, se quedaron mudos, al ver la vida que había construido, lejos de su sombra.
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No Te Merece A Mi Amor Puro
Sofía Morales, diseñadora de genio y la mente silenciosa detrás de "Vargas Fashion", era también la amante secreta de su dueño, Ricardo. Ocho años de amor oculto y sacrificio creativo se desmoronaron al escuchar la voz de Ricardo desde un salón contiguo. "Te juro que ya no la soporto. Cada día es más difícil fingir que me interesa." La voz melosa de Isabella Rojas, su modelo novata y nueva amante, respondió con desdén: "¿Pero no es ella la que te consigue los inversores?" "¿Amuleto? Me da un asco profundo pensar en ella acostándose con esos viejos verdes. Es repugnante. Pero era necesario", escupió Ricardo. El corazón de Sofía se hizo pedazos al oír cómo la consideraba un ancla y una arribista sin clase. Su traición no era solo sentimental; era un desprecio absoluto por su talento, su dignidad y todo lo que ella había construido para él. Mientras grababa la escena de la traición, una pregunta heló su alma: ¿Cómo pudo engañarme así, usarme y luego llamarme repugnante? La rabia, pura y ardiente, reemplazó el dolor mientras marcaba un número: "Papá, cancela todas las inversiones en Vargas Fashion. Todas. Mañana a primera hora." La guerra acababa de empezar, y Sofía no pensaba perderla.
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La Chica Volviera de Infierno
Mi cumpleaños número veinticinco se suponía que sería el día más feliz de mi vida. La música llenaba mi departamento, mis amigos reían y mi novio, Alejandro Vargas, el hombre con el que había compartido tres años de mi vida, estaba a punto de declararse. Pero en el instante en que sus ojos se encontraron con los míos, la sonrisa en su rostro se desvaneció, revelando una máscara de frialdad que nunca antes le había visto. "La venganza es un plato que se sirve frío", escupió, revelando que toda nuestra relación había sido una farsa, un cruel plan para hacerme pagar por el supuesto crimen de mi hermano, Ricardo, contra su exnovia, Camila. La humillación pública fue solo el principio: sus amigos me acosaron en la calle, el video de mi tormento se hizo viral, perdí mi trabajo, mi casa y mi dignidad, mientras él se deleitaba en mi sufrimiento. "Quiero que desees estar muerta, Sofía", me dijo con voz gélida. Y lo logré. Subí al puente donde nos dimos nuestro primer beso, un lugar de comienzos convertido en el escenario de mi final. Me dejé caer, esperando la oscuridad, pero en el último segundo, mi nombre resonó en el aire, ¿era Alejandro, su voz llena de pánico? Desperté en un hospital, la vida aferrándose a mí contra toda lógica, mientras las voces a mi alrededor revelaban la verdad: todo lo que Alejandro me había hecho se basaba en una mentira. Ahora, con Ricardo, mi hermano, injustamente encarcelado, y con la inesperada confesión de Camila, que fue grabada, mi historia tendrá un giro inesperado.
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Mi Compañía No Te Sirven Nada
"Estoy encerrado." Esa es la verdad hoy, pero hace no mucho, mi vida era la taquería en Tepito y el olor a felicidad. Durante veinte años, Sofía, mi Sofía, fue el cilantro y la cebolla de mi alma. Era la mujer que me ayudaba a picar, la que reía con mis chistes malos, mi ángel caído en el barrio más bravo. Pero su "muerte" fue el inicio de mi infierno. De repente, llegaron esos "Guardianes", fríos y arrogantes. Me dijeron que todo, ¡TODO!, nuestro amor, nuestros veinte años, habían sido una farsa, un cruel experimento. Yo era solo un mortal, un conejillo de indias en su mundo secreto. Y como "compensación", me dieron un "regalo": la maldita inmortalidad. Pero la verdadera traición llegó después. No solo me había mentido sobre quién era, ¡sino también sobre quién amaba! Su "verdadero" amor era un tal Armando Rojas, "El Diablo". Y luego, ese mismo "Diablo", con su berrinche de poder, arrasó con Tepito. ¡Mi gente! ¡Mis vecinos! ¡Desaparecieron en una explosión de arrogancia! ¿Y Sofía? A un lado de Armando, con ojos de amor y compasión. ¡Usó la esencia de mis amigos, de mi familia, de los inocentes, para curar a ese monstruo! "Eran solo mortales", dijo Armando. "Daño colateral", repitió Sofía, sin una pizca de remordimiento. ¡El amor de mi vida se había convertido en un monstruo! Me condenaron al "Abismo del Tormento", a revivir esa masacre, esa traición, una y otra vez. Pero no lograron quebrarme. ¡Mi odio se volvió mi ancla, mi fuerza! Ahora, no soy el Ricardo Morales de antes. Soy el fuego que arde con la furia de mi gente. Y en este infierno, he descubierto un poder que ni ellos imaginan. Prepárense, Guardianes, porque he vuelto. ¡Por Tepito, por mi gente, su arrogancia va a pagar caro!
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Fantasma De La Madre
Javier solía decir que éramos la pareja perfecta, la envidia de todos. Pero un día, su "amor de la infancia", Sofía Vargas, reapareció con una historia desgarradora: un aborto espontáneo y mi supuesta culpa. Ciego de amor por ella, Javier me encerró en esta hacienda en ruinas, lejos de mi pequeño Diego. No bastó con eso. Sofía, con una sonrisa triunfante, me empujó de la terraza. Caí, sentí mis huesos romperse, pero seguía viva, un amasijo de dolor y desesperación. Ella regresó, no sola, sino con dos hombres. "No puedo creer que sigas viva, eres más resistente que una cucaracha," me dijo. Lo que siguió fue el infierno. Me violaron, mientras Sofía observaba, riendo. Luego, me arrastraron a un hoyo que ya habían cavado. "Quiero todo lo tuyo, Elena," susurró, "y sobre todo, quiero que tu hijo me llame 'mamá' ." La tierra caía sobre mí, llenando mi boca, mis ojos. Mi último pensamiento fue para Diego. "Diego… mi amor… mamá te ama…" Morí, pero mi espíritu se negó a partir. ¿Cómo podía descansar si la verdad estaba enterrada conmigo? Tres años como alma errante. Hoy, Javier regresó con Diego, buscando un riñón para Sofía. ¡Elena! ¡Sé que me estás escuchando! ¡Deja de jugar a la víctima y sal de una vez! ¡Sofía te necesita! Su voz, llena de ese odio que me helaba hasta los huesos. Pero entonces, mi pequeño Diego corrió hacia mi tumba. "¡Mamá no puede salir! ¡Ella está durmiendo aquí!" Me sentí morir de nuevo. ¿Cómo lo sabía? El destino, sin embargo, tenía otros planes. Mi venganza apenas comenzaba.
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Mi Boda, Su Farsa Mortal
El rancio olor a humedad de la bodega me asfixiaba, un recordatorio cruel. Mi prima, Isabella, me sonreía con desprecio, el vestido de novia áspero pegado a mi piel sudada. "Sofía, ¿de verdad pensaste que podías escapar? ¿Que podías arruinar mi boda?" Su voz helada resonó, y entonces, lo recordé todo. Diez años de exilio en el rancho de la abuela, solo para volver a la Ciudad de México y descubrir que mi vida había sido robada. Isabella, la hija de mi tía, se había convertido en la hija amada de MIS padres. Incluso mi prometido, Javier, el heredero del imperio tequilero, era ahora de ella. El compromiso, la vida que me pertenecía, todo le fue entregado. Intenté huir de la bodega donde me encerraron el día de su boda, correr a la iglesia, detener la farsa. Pero mi madre, Elena, me enfrentó, sus ojos llenos de una frialdad desconocida. "Isabella es mi hija. Tú no eres nadie." Cada palabra fue un golpe. Mi padre, Ricardo, se acercó, ofreciéndome tequila con un aroma químico, un veneno. "Bebe esto, Sofía. Termina con esta vergüenza." Cuando me negué, mi madre gritó con desesperación: "¡Mátenla! ¡Mátenla aquí mismo!" Los guardias me forzaron a beberlo. Sentí el líquido amargo quemar mi garganta. Morí. Pero no fue el final. En la oscuridad, una extraña verdad se reveló: el veneno era un engaño. Era el plan de mi padre y del presidente Alejandro, un retorcido juego político. Mi "muerte" era el primer paso para convertirme en la Primera Dama. Y ahora, estoy de vuelta. De vuelta en esta bodega. De vuelta en el día de la boda. El vestido áspero, el olor a humedad, la voz cruel de Isabella. Esta vez, el guion será diferente.
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Perdí y Recuperé El Amor en La Misma Noche
Sofía, una restauradora de arte, encontró un nuevo propósito al casarse con Javier, el arquitecto ciego al que cuidó y cuya vista fue restaurada por las córneas de su difunto prometido, Mateo. Para ella, su matrimonio era una forma de mantener viva la esencia de su amor perdido, viendo el mundo a través de los ojos de Javier. Pero en su quinto aniversario, la fachada se derrumbó con una traición pública: Javier, riéndose de ella, besó apasionadamente a su exnovia, Valentina. Lo que siguió fue una espiral de humillación y crueldad, con Javier despreciándola abiertamente y Valentina regodeándose en su dolor. La tragedia alcanzó su cima cuando Sofía, embarazada, fue forzada por Javier, engañado por una falsa emergencia de Valentina, a donar sangre, causando un devastador aborto. En esa helada camilla de hospital, Sofía perdió a su hijo y la última chispa de esperanza, comprendiendo que para Javier, ella era solo un "problema útil", nunca amada. ¿Cómo pudo el hombre al que había rescatado de la oscuridad convertirse en un verdugo tan despiadado, asesinando su futuro? ¿Y qué oscuro y calculador plan se escondía detrás de la sonrisa de Valentina, empeñada en destruirla a cualquier costo? Pero la Sofía sumisa y rota murió con ese bebé no nacido. Ahora, con el dolor transformado en fría determinación y una verdad devastadora en sus manos, está lista para desatar una venganza meticulosamente calculada y reclamar su libertad.
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La verdad que rompió mi mundo
Mi vida con Liam Goldstein era un cuento de hadas, una historia de amor perfecta estampada en cada revista y pantalla de televisión de Manhattan. Incluso había desvelado el collar «Horizonte de Maya», una cascada de zafiros de varios millones de dólares que celebraba nuestra perfecta devoción. Pero los cuentos de hadas son solo eso: cuentos. Luego vino el teléfono desechable, las llamadas en susurros, las capturas de pantalla y los recibos de hotel que gritaban «aventura». Lo vi transmitir en vivo regalos para su joven amante, Ava Sinclair, llamándola su «reina», solo para encontrarla más tarde visiblemente embarazada en un hospital, presumiendo nuestro collar de compromiso y hablando de una «situación» conmigo. Sus amigos, los mismos que brindaron por nuestro «amor perfecto», sonreían con suficiencia mientras él besaba públicamente a Ava y bromeaba sobre su «aventurilla», asegurándole que yo «nunca me enteraría». Cada gran gesto que había hecho, desde donar un riñón hasta cultivar un jardín de rosas blancas, pasó ante mis ojos, revelándose como actuaciones calculadas. ¿Cómo pudo el hombre que me salvó la vida, aquel al que le di mis votos, traicionarme con una audacia tan grotesca, frente al mundo y su cómplice círculo íntimo? Se sentía como una broma cósmica de mal gusto, una humillación pública disfrazada de amor. Pero yo le había hecho una advertencia el día de nuestra boda: «Si alguna vez me mientes, si me mientes de verdad, desapareceré de tu vida como si nunca hubiera existido». Ahora, era el momento de activar la Iniciativa Fénix, borrar a Maya Goldstein y dejar a Liam con nada más que el fantasma de una promesa que él había hecho añicos.
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Venganza Por Mi Honor
La fiesta de los De la Torre era el evento del año, pero para Ximena Mendoza, los pilares de su sociedad, se convirtió en su matadero personal. Su familia, los Mendoza, al borde de la ruina, planeaban casarla con uno de sus tres amigos de la infancia: Diego, Santiago o Rodrigo. Uno a uno, la rechazaron y humillaron públicamente, cada palabra un golpe al corazón mientras sus padres la veían como mera mercancía. La rabia y la desesperación la consumieron, dejando un dolor tan profundo que las lágrimas se negaban a salir. Pero cuando su supuesta salvación, Rodrigo, la usó como un peón en una cruel apuesta, la ingenua Ximena murió. En su lugar, nació el deseo inquebrantable de venganza. Ahora, esta nueva Ximena, fría y calculadora, usaría todas sus habilidades para derribar a quienes la despreciaron. Se alió con Alejandro, un hijo ilegítimo de los De la Garza, para desatar el caos primero en el imperio de Diego. Luego, con sus manos como marionetista, manipularía a Rodrigo, enceguecido por la culpa y un amor ciego, para que destruyera lo que quedaba de sus antiguos amigos. Despojaría a su propio padre de todo, liberándose de décadas de control y humillación. Al final, Ximena les daría a todos el golpe de gracia, dejándolos en la ruina y el dolor. Pero, ¿cuál será el verdadero costo de esta venganza? ¿Podrá una mujer nacida de las cenizas volver a sentir algo más que vacío?
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No Te Merece de Mis Melodías
Mi vida era la de un mariachi humilde, un soñador arraigado en las tradiciones de mi pueblo. Mi canto, un don heredado de mi abuela curandera, podía sanar el cuerpo y el alma. Pero en mi vida pasada, ese don se convirtió en mi perdición. Me obligaron a casarme con Sofía Alcázar, la hija de una poderosa familia, bajo falsas promesas. El día de nuestro aniversario, ella me clavó un cuchillo en el corazón, mientras su amante me sujetaba. "¿Por qué?" , alcancé a susurrar, mientras su risa cruel me revelaba una verdad devastadora: Nunca me amó. Su enfermedad, la misma que mi canto supuestamente curó, fue una farsa. Mi familia, mi don, mi vida… todo fue un engaño, una elaborada trampa tejida por esa mujer y su amante para destrozarme. Morí en sus brazos, sintiendo su desprecio, mi mundo oscureciéndose con el amargo sabor de la traición y la impotencia de ver a mi humilde familia condenada. ¿Cómo pude ser tan ciego? ¿Cómo permití que mi amor y mi don fueran tan cruelmente retorcidos? Pero entonces, desperté. Estaba en mi cama. Era el mismo día en que Doña Elena Alcázar, la matriarca, llegó a nuestra casa para proponerme matrimonio. Esta vez, lo recordaba todo. No volvería a ser su marioneta.
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Mi Cuñada Imitadora
Mi cuñada Rocío siempre intentó imitarme, pero nunca de una buena manera. Soportaba en silencio los caprichos incesantes de la familia de mi marido Javier, las despreciables imitaciones de Rocío y la indiferencia de mi propio esposo. Para ellos, yo era solo Isabel, la forastera de Jaén que tuvo suerte de casarse con su hijo, la "mujer obediente" que pagaba todas sus cuentas. Pero el día que estrené mi obra maestra para la Feria de Abril, un traje de flamenca diseñado con el alma, Rocío apareció con una copia barata y me acusó de haberla copiado a ella. Toda la familia se puso de su lado, mi suegra me llamó cruel, mi cuñado me exigió que me quitara el vestido, y mi marido, Javier, me pidió que no montara una escena por la "paz familiar". Me quedé helada, mirando cómo me humillaban y nadie movía un dedo por mí, aceptando pasivamente la mentira descarada. Subí a mi habitación, me quité mi creación y sentí la sangre hervir, la injusticia me corroía hasta los huesos. Esa noche, mientras escuchaba sus risas desde mi cuarto, supe que la paz familiar había terminado. Ahora les tocaba vivir la guerra, una guerra que yo misma iba a planear para recuperar todo lo que me habían quitado.
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La Farsa del Esposo Perfecto
Estaba flotando en la burbuja perfecta del embarazo, soñando con mis gemelos, la promesa de un futuro idílico junto a Mateo, el "esposo perfecto". Pero esa noche, un mensaje en su celular –un simple corazón de "I"– reventó mi universo. Tomé su teléfono, y lo que descubrí me arrancó el alma: mi prima Isabella, riendo con Mateo en un chat, mostrando una ecografía idéntica a la mía. "Nuestros bebés están creciendo fuertes", decía, "Sofía no sospecha nada, cree que los gemelos son suyos. Qué tonta". ¡Qué tonta había sido! Mi matrimonio, mi felicidad, todo era una farsa macabra, una obra de teatro donde yo era solo la incubadora para asegurar una herencia. ¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Tan ingenua para no ver la manipulación, la ambición desmedida de las personas que más amaba? Pero la rabia fue más fuerte que el dolor. Fingí ser la esposa sumisa, la víctima perfecta, mientras en secreto preparaba mi escape. Dejaría atrás el engaño y el dolor, lista para reescribir mi propia historia, lejos de su veneno.
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