Vendida por Amor Roto

Vendida por Amor Roto

Gavin

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Capítulo

La luz cegadora me despertó de golpe, sintiendo el frío mármol bajo mis pies descalzos y un aire pesado cargado de susurros masculinos. Mi mente era una niebla hasta que lo vi: Alejandro, mi prometido, sentado en primera fila con una mirada fría, y a su lado, mi prima Isabella, sonriendo con dulzura venenosa. De repente, un hombre frente a mí anunció una subasta, y el martillo golpeó la madera: yo era la mercancía, y Alejandro me vendía sin inmutarse. Intenté gritar su nombre, pero mi voz se perdió mientras las ofertas volaban como buitres, sellando mi destino. Luego, todo se volvió oscuridad, frío y hambre, encerrada en un sótano donde los hombres me trataban como un objeto, perdiendo allí lo más preciado de mi vida: a nuestro hijo. La verdad me golpeó con la voz de un doctor: "Señor Alejandro, la pérdida fue completa. La chica sobrevivirá". La cruel ironía me trajo de vuelta a la mansión de mis padres biológicos, quienes me entregaron a Alejandro y ahora me recibían como una mascota indeseada. Pero la humillación no terminó ahí, Isabella, la traidora, apareció vestida como una novia, aferrada a su brazo, para destrozarme con una sonrisa: "Sofía, qué oportuna. Justo a tiempo para conocer a mi esposa". Mi mundo se desmoronó al ver la barriga de Isabella, anunciando el hijo que gestaba con el hombre que me quitó todo, el que me arrebató la posibilidad de ser madre. Reaccioné, y la respuesta fue brutal: Alejandro me empujó, me golpeó, me humilló, recordándome que yo era solo "su posesión". Caí de rodillas, el alma rota, mi pequeña chispa de esperanza consumida en la oscuridad de ese sótano. Pero las palabras de Isabella, el veneno puro que salió de su boca confesando que me había manipulado con mentiras y que ella había ordenado todo, incluyendo la paliza que me hizo perder a mi bebé, encendieron una furia volcánica dentro de mí. Una furia que se transformaría en el motor de mi venganza, una fuerza implacable que me guiaría más allá del dolor y la desesperación.

Introducción

La luz cegadora me despertó de golpe, sintiendo el frío mármol bajo mis pies descalzos y un aire pesado cargado de susurros masculinos.

Mi mente era una niebla hasta que lo vi: Alejandro, mi prometido, sentado en primera fila con una mirada fría, y a su lado, mi prima Isabella, sonriendo con dulzura venenosa.

De repente, un hombre frente a mí anunció una subasta, y el martillo golpeó la madera: yo era la mercancía, y Alejandro me vendía sin inmutarse.

Intenté gritar su nombre, pero mi voz se perdió mientras las ofertas volaban como buitres, sellando mi destino.

Luego, todo se volvió oscuridad, frío y hambre, encerrada en un sótano donde los hombres me trataban como un objeto, perdiendo allí lo más preciado de mi vida: a nuestro hijo.

La verdad me golpeó con la voz de un doctor: "Señor Alejandro, la pérdida fue completa. La chica sobrevivirá".

La cruel ironía me trajo de vuelta a la mansión de mis padres biológicos, quienes me entregaron a Alejandro y ahora me recibían como una mascota indeseada.

Pero la humillación no terminó ahí, Isabella, la traidora, apareció vestida como una novia, aferrada a su brazo, para destrozarme con una sonrisa: "Sofía, qué oportuna. Justo a tiempo para conocer a mi esposa".

Mi mundo se desmoronó al ver la barriga de Isabella, anunciando el hijo que gestaba con el hombre que me quitó todo, el que me arrebató la posibilidad de ser madre.

Reaccioné, y la respuesta fue brutal: Alejandro me empujó, me golpeó, me humilló, recordándome que yo era solo "su posesión".

Caí de rodillas, el alma rota, mi pequeña chispa de esperanza consumida en la oscuridad de ese sótano.

Pero las palabras de Isabella, el veneno puro que salió de su boca confesando que me había manipulado con mentiras y que ella había ordenado todo, incluyendo la paliza que me hizo perder a mi bebé, encendieron una furia volcánica dentro de mí.

Una furia que se transformaría en el motor de mi venganza, una fuerza implacable que me guiaría más allá del dolor y la desesperación.

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