Amor Omitido en el tiempo

Amor Omitido en el tiempo

Gavin

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Capítulo

Una pesadilla me atormentaba: renunciaba a mi beca, a mi vida, y perecía sola. En mi rancho, el café era pura amargura. Al despertar, la realidad la imitaba. Mi marido, Carlos Herrera, con voz melosa, me pedía lo mismo: sacrificar mi futuro, mi beca en Bogotá, por su prima Lucía. La pesadilla cobraba vida. Pero esta vez, mi yo del sueño me gritaba: "¡No, Carlos!". Mi negativa desató su ira y la falsa angustia de Lucía. Me dejó sola en una tormenta, consolando a su prima. Al amanecer, los vi irse juntos, miseria y chismorreos a mi espalda. ¿Cómo pudo ser tan ciego, tan egoísta? La traición me calaba hondo, pero la desesperación se forjó en determinación inquebrantable. Mi café, por fin, no supo amargo. Tomé mi beca y mi divorcio. Huí a Bogotá, decidida a un futuro diferente. La ciudad traería nuevos peligros, pero también un giro inimaginable: ¿sería el hombre que me condenó en mis sueños mi inesperado salvador, dispuesto a un sacrificio final por mi felicidad?

Introducción

Isabela, atrapada en la ruralidad cafetera, recibe una beca que promete un escape a Bogotá, una nueva vida más allá de su monótona existencia junto a Carlos, su esposo.

Pero una pesadilla recurrente cobra vida: Carlos, con la misma voz melosa de su sueño, le exige sacrificar su única oportunidad para dársela a su prima, Lucía, y al hijo de esta, Mateo.

Su rotundo "No" desata su ira, mientras Lucía, con ojos llorosos, se presenta como la mártir. La culminación llegó en una noche de tormenta: la casa se derrumbó y Carlos, sin dudarlo, la abandonó herida para proteger a su prima y al niño, dejándola sola frente a sus miedos y el dolor físico.

Esa imagen, marcada en su alma, la heló hasta los huesos. ¿Cómo pudo ser tan ciego? ¿Cómo pudo su amor, que ella creía real, desvanecerse ante tal preferencia, dejándola sentir el amargo sabor de la traición y el abandono más profundo?

Pero esta vez, la Isabela del sueño no moriría. Con la amargura del café convertida en la gasolina de su voluntad, se levantó, solicitó el divorcio y se embarcó hacia Bogotá, decidida a construir la vida que siempre le fue negada, transformando su dolor en una imparable fuerza de cambio.

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