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Doctor Gonzalo Daver

Doctor Gonzalo Daver

Miri Baustian

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Capítulo

Cuando el gran cirujano Gonzalo Daver cae ante el encanto, la sencillez y la candidez de su mucama, a la que le salva la vida en una operación, todo cambia para ambos. Sin embargo, Gonzalo no quiere reconocer sus sentimientos y sólo pretende convertirla en su amante. Para él solo existen dos grandes pasiones, la medicina y el sexo. Abigail se esfuerza y consigue ser médica, inspirada por la admiración y el amor secreto que le profiere. La maldad y el egoísmo de terceros, intentarán separarlos, como en el pasado separaron al doctor Felipe Daver de otra mucama, Diana Soulé, tía de Aby. ¿Podrán dejar los prejuicios de lado? ¿Se dará cuenta a tiempo que esa atracción que él siente, se convirtió en amor?

Capítulo 1 Ratón de laboratorio

Por Aby

Siempre lo miré desde lejos, él era muy distante con el personal de servicio.

Es uno de los mejores cirujanos del planeta.

No creo exagerar, continuamente está saliendo en las revistas internacionales, las de medicina, y el mundo entero habla de sus logros siendo tan joven.

Yo no compro esas revistas, están en su casa, en su despacho y cuando me toca limpiar ese sector, las miro rápidamente, no quiero que alguien me vea husmeando en algo que no corresponde.

En general no limpio las habitaciones.

Mi madre trabaja para la familia del doctor Gonzalo Davel, desde que era muy joven, mi padre había sido el capataz de mantenimiento de la regia mansión.

Se conocieron allí con mi madre, ella era una hermosa muchacha de 19 años, se enamoraron y se casaron.

Mi padre falleció en un accidente laboral, no le estoy echando la culpa a nadie, sé que los accidentes pasan, y tengo entendido que lo asistieron desde un primer momento, y contuvieron a mi madre, dándole el tiempo que necesitaba para recuperarse, y luego la ascendieron a ama de llaves.

No es que la quisieron comprar, no pienso eso, bueno, en este momento no lo pienso, pero debo confesar, que cuando le dieron ese cargo, que es bastante importante, lo pensé.

Felipe Davel, el padre de Gonzalo, también era médico cirujano, pero dicen que es mejor persona que su engreído hijo.

Aún es un hombre joven, tiene 59 años y es sumamente amable, hasta con el personal de servicio de la casa.

Está separado desde hace muchos años.

Su esposa, o ex esposa, está viviendo en Italia desde ese momento.

Yo no la puedo recordar y vivo allí desde que nací.

Cuando cumplí 18 años, mi madre le habló al señor Felipe para que yo trabaje para ellos, aunque explicándole que yo pretendía seguir estudiando.

No tuvo problema y hasta se alegró, cuando mi madre le contó que yo iba a seguir medicina.

Le dijo que sí yo tenía alguna duda sobre mis estudios, le podría consultar.

Se lo agradecí mucho, por supuesto que jamás me atrevería a consultarle nada.

Como tenía estudios secundarios y estoy cursando en la universidad, me ocupaba de la parte administrativa de la mansión, me reunía una vez por semana, con el contador, le pasaba los horarios del personal, por supuesto que si faltaba personal, me ocupaba de cubrirlo yo misma.

El contador es un señor que tiene la misma edad que el doctor Felipe y tengo entendido que son bastante amigos.

Por lo que sé, el doctor Gonzalo tiene su propio departamento, aunque suele quedarse a dormir en la mansión, a veces pasa varios días que no aparece por aquí.

Tengo 22 años, estoy bastante adelantada en la facultad, es que no suelo salir y realmente el trabajo no me lleva mucho tiempo, salvo cuando cubro al personal.

Como vivimos dentro de la mansión, no podemos llevar amigos, ni estar saliendo y entrando como si fuera nuestra casa, aunque tenemos entrada de servicio, alejada de la entrada principal, inclusive ni siquiera se entra por la misma calle, sino dando vuelta a la esquina.

Es una mansión realmente grande.

Incluyéndome, somos 10 personas las que nos ocupamos del orden y la limpieza, aunque una mucama y una cocinera suelen trasladarse al departamento del doctor Gonzalo, cuando él lo requiere.

Al doctor Gonzalo, normalmente, no le gusta ver al personal de servicio, ni acá ni en su mansión, por lo que a veces, es un verdadero problema complacerlo.

Quiere ser servido y a la vez mantenerse alejado de las mucamas.

En el cuarto y en el estudio de él, el que se halla en la mansión, solo tenemos permiso para entrar, tres personas, Maria, una de las mucamas, mi madre y yo.

En su departamento, la cuestión se complica aún más, la cocinera no puede salir del sector de servicio y la mucama solo lo puede hacer, si es reclamada por él o por su novia.

La limpieza se hace en el momento en que él no se encuentra presente.

Todo se complicó más desde que está saliendo con Ruth Andujar, la reina de las engreídas.

Ella es una maltratadora serial hacia todos en general y hacia el personal de servicio en particular.

Mi madre sufrió infinidad de agravios, injustificados, en manos de esa mujer.

No nos podíamos quejar con el doctor Felipe, porque le traeremos problemas con su hijo, el doctor Gonzalo.

Más allá de su novia y de su trato con todo aquel que no sea de su misma clase social, admiro profundamente a Gonzalo Davel.

Nunca nos vimos frente a frente, mi madre tuvo mucho cuidado, cuando yo era pequeña o adolescente, que no me cruzara en su camino, las reglas de la casa eran claras, el personal de servicio no se podía pasear por la casa.

Aunque el doctor Felipe no había puesto esas reglas.

Esas reglas fueron impuestas por su ex esposa.

Gonzalo Davel las seguía a rajatabla.

Todo lo déspota que era, se hacía sentir con el personal, muchos le tenían pavor.

Según escuché una vez, en una clínica en donde me tocó presenciar una clase, con otro médico, por supuesto, con las enfermeras era peor, maltrataba a camilleros, enfermeras y hasta a algunos colegas.

Las enfermeras siempre hablaban de él, aunque las maltrataba, Gonzalo era un hombre muy apuesto, imponente, increíblemente atractivo.

No sé si hacía gala de su atractivo, pero existía, porque dejaba suspirando a toda mujer que se cruzaba con él…y yo me incluyo.

A pesar de todo, era un hombre respetado y admirado.

Yo misma lo admiraba muchísimo.

Nunca salió con ninguna enfermera, al menos que se sepa.

Como estudio medicina, muchas veces tengo que hacer clases presenciales en hospitales públicos o privados y no hay médico, que en sus charlas o en sus clases, no lo nombre, es como la celebridad de la medicina.

Felipe Davel era dueño de varias clínicas, las más importantes de nuestro país.

Gonzalo Davel era el director general de todas las clínicas, porque el doctor Felipe, estaba de viaje casi continuamente.

Daba conferencias en los puntos más remotos del mundo, parecía una estrella de rock estando de gira.

Cuando estaba en la casa, realmente no había diferencia en cuanto al personal.

Era amable, no pedía nada excéntrico y entendía que los demás, también éramos seres humanos.

Creo que hasta el personal se sentía más cómodo cuando el doctor Felipe se hallaba en casa, es como que hasta la reina del despotismo, la señorita Ruth, se cuidaba un poco con respecto al maltrato al que sometía a los empleados de la mansión.

Yo tuve suerte, nunca me había enfrentado con ella, creo que no me conoce.

Al estar en una tarea, que la mayoría de las veces es administrativa, ni siquiera salgo del sector de servicio.

Cuando viene el contador, nos reunimos en una pequeña sala, donde la señorita Ruth no se acerca.

Esa sala, es la que divide el sector de la mansión, del sector de servicio.

Creo que ni siquiera el doctor Gonzalo ha pisado, alguna vez en su vida, ese sector.

Esa semana le tocaba hacerse los exámenes médicos anuales a todo el personal, inclusive a mí.

Realmente, en ese sentido, estábamos bien cuidados, por eso supe, ya de más grande, que mi padre fue atendido, muy bien, desde un primer momento, todos tenemos acceso a los mejores médicos y a atención médica inmediata si es que sucede algo.

Nos atendemos en una de las clínicas que es propiedad de los dueños de casa.

No es la clínica en donde se atienden los famosos y las celebridades, pero sí es una muy buena clínica, donde se práctica cirugía de alta complejidad y hay excelentes profesionales.

En general, las personas de la alta sociedad, no tienen tantas consideraciones con sus empleados.

Estoy segura que estas consideraciones, no son porque Gonzalo Daver haya pensado en nosotros, eso debe ser idea de su padre.

A ellos tampoco les cuesta tanto dinero.

Hablo con resentimiento, es que aunque entienda que lo de mi padre fue un accidente y que estuvo atendido desde un principio, no deja de dolerme su pérdida.

Creo que solo por eso, Gonzalo Davel, trata de manera distinta a mi madre, él era un médico recién recibido, cuando fue el accidente de mi padre y lo socorrió desde un primer momento en la ma

No creo que haya fallado en algo, Gonzalo siempre fue brillante como médico y según me contaron, hasta fue con mi padre, para acompañarlo en la ambulancia.

Mi padre tuvo tres infartos el día en que falleció.

Ahora elijo pensar que le llegó su hora.

Nunca pensé que Gonzalo lo había atendido mal, simplemente, estaba enojada con todo el mundo cuando sucedió eso.

Amaba a mi padre, él era una persona maravillosa, yo veía cómo arreglaba cualquier problema que surgía, lo admiraba.

Luego de eso, me pegué más a mi madre y me volví más solitaria de lo que siempre había sido.

Tenía compañeras en el colegio, pero nunca tuve una amiga íntima.

Lo mismo me sucedió en la facultad, tengo compañeros, pero no tengo amigas íntimas.

Creo que eso tiene que ver con que nunca pude llevar a nadie a mi casa, porque no teníamos una casa.

Me hubiera encantado vivir en una casa, con mis padres, poder llevar a alguna amiga, o salir sin importar el horario para volver, o al menos, escuchar música a un volumen alto y cantar a los gritos sobre la música.

Nunca le pedí a mi madre permiso para ir a bailar.

Como en la mansión había restricciones horarias para el personal y yo lo sabía bien, no quise meter en problemas a mi madre.

Tampoco reniego demasiado, mis padres me criaron lo mejor que pudieron, me dieron un estudio, mandándome a un buen colegio y mi madre, siempre me incentivó para que yo siguiera estudiando.

Siempre me hablaba de lo inteligente que era yo.

También halagaba mi belleza, sus palabras e incentivos, me hacen sentir mucha seguridad.

Soy una chica dócil.

Claro que a lo mejor, yo me ponía más restricciones de las que realmente había.

Tal vez porque no me interesaba demasiado salir.

Soy un ratón de laboratorio.

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