INVASIÓN SANGRE Y OLVIDO
enero
re había escogido para su cumpleaños número ocho unas semanas atrás. Desde ese momento decidió usarlo siempre que fuera posible, y ese día que sus padres bajaron con ella
ba a colocar la cesta de mimbre que contenía los deliciosos emparedados que prepararon juntos e
rebelde falda y corrió hacia ellos. Su sonrisa poco a poco se fue desvaneciendo al ver la mirada de pánico en los ojos color almendra de su padre. Su madre, quién también se habí
ado había aparecido en el firmamento, que ta
ó a brotar, invadiendo todo a su paso. El olor del aire cambió, u
emblorosos, le decía algo con una sonrisa, pero en su mirar las lágrimas ya golpeaban. Catarina quería hablar, preguntar qué era lo que pasaba, pero antes de siquiera abrir la boca, su madre echó a correr con ella agarrada de la mano. Su corazón amenazaba con salirse de su pequeño cuerpo
ritaba su mente, pero las pa