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El deseo de Erick

Capítulo 5 Un rubio acosador

Palabras:1751    |    Actualizado en: 22/02/2023

lia

ebrero

mi lengua, manos y cuerpo son más rápido que mi cerebro por eso cometo muchas estupideces en mi día a día. Pero, aunque sea tan descarada, tengo

para explicarle cada pequeña cosa que le quiero hacer y como se lo quiero hacer. Soy latina, soy candente por genética y me gus

a edad de sentir

y por la respuesta a mi mensaje; soy una persona receptiva, demasiado para mi propio bien y

er, y yo quiero ard

palmadas en la mejilla, ella se aleja mostrándome una sonri

de la casa, mi última o

y postres que han pedido. No me gusta que los platos especiales del restaurante lo hagan alguien más, soy desconfiada de cualquier

ede hacer mis re

lancos de porcelana, una aspirante a chef se acerca agarrando d

de los clientes; como agarran los cubiertos y dan la primera probada a su comida, me alejo de la ventanilla cuando obtengo

urmura Ian sacándome de mi

tá en perf

la pequeña italiana coloca los ojos en blancos cuando Ian suelta un comentario más estúpido que el a

o despiadado del cabello italiano—esto no se quedara así—Izzi niega afirmándole que, s

uncio cuando veo la

ico que hacen es torturarlo; Ian mueve un mechón de cabello rojizo haci

Pero, aunque me hayas volado la cabeza con tus palabras explícitas con lo que quie

ue provocando lo mismo que la primera vez que lo leí; la excitación, el peligro, la tentación y las ganas de mand

os se mueven con una velocidad espeluznante por la pantalla del

qué me debes mi petición entonces perm

es en el anterior mensa

a sobre el sexo y un poco

la idea; tampoco es la idea terminar cogiéndome al rubi

ebrero

cocción de lo que he echado hace un momento esté listo. Siento una molesta mirada sobre mi espalda, mirada que sigue cada uno de mis movimientos; alzo la cabeza mirando alrededor de la s

género e idioma, miro por el rabillo del ojo captan

ruño cogiendo entretenido al rubio quien mira embobado la llamarada de

quitándole

otros—aclara clavando sus ojos claros sobre los míos—no se puede ser decente con alguien que te ha mostrado mucho más de lo

es un músico famoso, cualquiera se volvería loco si viviera al lado de uno. Yo puedo volverme loca en este momento, pero no por la misma razón,

ro uno no muestra sus trucos de cocina a cualquiera, no si quiere tener

el frunce el ceño—si quieres venir a comer y dejar de mirarme como un acosa

to me comprueba si cruzar la fina línea que aún nos divide; agito el sartén echando una pizca de pimienta negra. Erick salta

dose de su ventana a la mía con una agilidad como los gatos. Pero ahora casi cinco meses después de

venderte ¿verdad?, no esperaba qu

presencia, suponiendo que sepas quien soy—explica sentándose en una d

sé quién eres rubio ¿Quién no lo sabrí

stá en desventaja soy yo

episodio de hace días logrado una sonrisa coque

envenenado hoy—rio fuerte y duro sacando

arriba—indico colocando un pla

está por buen camino, pero lo que me gusta aún más son los gemidos de excitación que sueltan cuando prueban el primer bocado. Sé a la perfección lo que pasara a continuación, Erick co

osa, los ojos me miran con fascinación como si no pudieran creer lo que ha probado, la lengua sale limpiando

—exclama dejando esc

tt es uno de los mejores

restaurante, la c

ue entregar una ensalada con trozos de pechuga horneada a una de mis ayudantes para que pusiera lo

a mirándome c

hef—termi

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