La falsa esposa del Mafioso
nes del
a intensa situación de cercanía, eran la muestra evidente de que allí algo había ocurrido. No estaba claro cuál era el ver
de confusión, pues lo que en un principio había sido un acumulado de sensaciones negativas para ella habían terminado convertidas de repente en una sobredosis de adrenalina pura manifestada en ese temblor que en sus piernas se dejaba adivinar. No había manera de que ella intentase disimular aquello y de hecho se sintió apenada cuando no pudo reaccionar de inmediato com
s. Eli sabía que si abría la boca para intentar decir algo más, ella iba a correr el riesgo de meter la pata diciendo algo que le pudiese comprometer. Así se decidió a regresar a su plan inicial, el cual era el interponer la mayor distancia posible entre ellos dos. Maximiliano al principio había decidido interrumpirle el camino acortándole las opciones, pero después de encontrarse en medio de esa confusa situación, no tuvo otra opción más que hacerse a un lado y dejarle avanzar; contra todo pronóstico se encontraba con la ne
a la mañana le parecieron los más hermosos del mundo. Maximiliano simplemente sonrió y dejó que sus pulmones sacaran el aire retenido por causa del tiempo que había transcurrido desde que había olvidado respirar. Él sabía de sobra lo que era lidiar con mujeres de carácter difícil, pero con Eli había sido otra cosa. Había sido un desencadenante de un tipo de reacción bastante diferente y al mismo tiempo emocionante, él no quería atreverse a
mujer que no estaba acostumbrada a vivir algo de esa magnitud, por lo que solo quería que se terminase cuanto antes esa confusión. Así corrió casi en su corazón, pero sus pasos torpes y trémulos apenas y le permitieron avanzar. Fue solo hasta que traspasó la frontera de la seguridad qu
onios para salir airosos apenas en medio de la confusión. No era algo fácil de explicar, pero en ese momento ambos sintieron
delante de él, mientras que Eli se dejó caer sobre su cama hundiendo su rostro con