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La puritana

Capítulo 2 El embarque

Palabras:1718    |    Actualizado en: 13/10/2022

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de papistas, como de disidentes de la Iglesia Anglicana, como de ellos mismos. Huir era la única salida que les quedaba. Lord Sentheyr se introducía en una carroza que evidenciaba el paso del tiempo y el excesivo uso, y daba dos golpes en el techo de esta, para que el cochero en el pescante, supiera que podía salir de allí. Se desprendió de la capa y dejó al descubierto, un jubón de terciopelo negro, con botonadura de oro y unas calzas del mismo color, enfundadas en sendas botas de cuero negro y brillante. Sus manos, de un extraordinario y marfilíneo color, aferraban un bastón de madera de ónice la diestra, y un pequeño pergamino la siniestra. Su cabeza, iba cubierta

arían una en el muelle en la esquina de Orange Street con Towerking Street, y la otra la de Laidors, en la manzana aledaña. Estaban a poco menos de media hora en coche, del punto previamente seleccionado y sin embargo, sus nervios se tensaban como cuerdas de arco. Llovía copiosamente y el agua repiqueteaba contra el cristal del coche, como luchando por abrirse paso hasta Lord William. En su mente bullía una idea, un sueño irrealizable, que se estaba convirtiendo en realidad, por la mano de Dios todopoderoso, que les prestaba su gracia, a fin de que le pudiesen adorar como ellos deseaban y Él mandaba. La ciudad de Londres, apareció como una gema débilmente iluminada, que anhela ser

y de su interior descendió un adusto varón, ataviado con jubón y calzas azul marino y g

por su rebelde boca.-perdón, conmigo viajan los tres miembros de la familia Maccarthy. Hemos de darnos prisa y

e siguió entre crujidos y traqueteos que avisaban de que en un momento, tiempo esperado, se desmontaría por completo. Llegar fue lo más sencillo, pero recoger a los Wox y a los Laidors iba a ser más difícil.

e atravesar esa línea de soldad

sas dos familias vendrán, de una u otro forma, a nuestra presencia. Faraón fue más terco y sin emba

William, que si no sucede algo a nuestro favor y

ellos y tened fe…eso h

arámetros que él manejaba. Miraba de hito en hito, a ver si algún embozado caballero, de los pocos que pasaban por delante y a la carrera, para librarse en lo posible del aguacero que caía de los cielos, era el que les tenía que conducir, al navío que les llevaría al nuevo mundo. Él

tas y al muelle entero con ellas. Los soldados buscaron refugio, bajo el ancho alero de una casucha, que era la esquina que daba al muelle y junto a ellos, una mujer y dos niños se r

ras en plena calle bajo esta tormenta?-le p

ue ayudarla a cuidar de sus hijos, pero mi esposo

marchad pegados a la pared, que este viento del

en dirección a la casa de los Wox, para tratar de encontrarse con su marido y con ellos mismos. El ag

íbamos a ayudar a mi hermana que acaba de dar a luz para cuidar a sus niños, El Señor sabrá

que nos somete y cuando estemos a salvo, Él sabrá en

ra conducirles hasta “El Aurora” y “La Misericordia”. Corrieron como almas que lleva el diablo, bajo la lluvia torrencial qu

cuanto amaine un poco la tormenta

Tras subir las dos familias, ordenó retirar la pasarela y dos marineros, cumplieron la orden con gusto. Aún tardó un par de eternas horas, antes de que la tormenta amainase lo suficiente, como para emprender el viaje desplegand

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