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Dulce Tentación (I libro)

Capítulo 5 ~ Capitulo 4 Rusther ~

Palabras:1213    |    Actualizado en: 24/05/2022

fuera poco, es inmune a mi poder. ¿Cómo es posible? Me obsesiona, me fascina, y al mismo tiempo, me atormenta. Quisiera ser alguien distinto, alguien que p

absoluto cuando lo utilizo; cualquiera que caiga bajo su influencia obedecerá mis órdenes sin cuestionarlas. Mis hermanos me han pedido que lo

u voluntad. ¿Cómo es posible que un simple humano resista lo que otros ni siquiera notan? Mis hermanos se burlarían si supieran

bre la realeza vampírica, las leyendas humanas que intentan explicar lo que somos. Su curiosidad me inquieta, pero

a. La brisa acaricia su piel y ella respira con calma, en sintonía con el leve cantar de los pájaros. El sonido d

rvándola, completamente embelesado. Pero la calma se romp

As

entes con un gesto distraído. Cierra el libro y lo guarda en su bolso mientras la loba recorta l

jos brillan un instante con un resplandor lila, reflejo de mi control sobre su mente. Pe

ella con tranquilidad, esb

er, parpadeando confundida, hasta

de Economía pidió

a calma que la caracteriza. Se sacude el tra

am

se moment

idencia. Sus ojos grises chocaron con los

e supo que

rama. Sentí el impacto recorrer mi cuerpo, el aire escapando de mis pulmones

r

igera...

z en siglos, m

pregunta Karo

nde ella sin más, c

ntamente, sobán

abía -murmur

Karol hacia el interior de la universidad. Se va sonriendo. No

eocuparm

ción lo haría. ¿Debería sospechar? ¿Qué clase de humana es ella, que no sol

a hubiese estado ahí. Me teletransporto a los baños, asegurándome de no aparecer

ared, apoyando la cabeza

en los pasillos de una fortaleza universitaria.

bargo, a

de su risa vibrar en mi piel. Y

resbala por mi

la mano al rostro y toco la hu

rim

llor

ndescriptible. En más de siete siglos de

a, aqu

rmuro, sin dirigirme

mi vida, tengo mi

mi existencia, teng

ierda estás? Estoy

rostro, limpiando las huellas de esa inesperada debilidad. Nunca antes había llorado. No sabía lo que significaba o

ecesitaba huir

ocultaba nada a mis hermanos, pero esta vez... esta

para

o para discusión, pero yo no podía p

sario, herma

ompostura. El suelo frío bajo mis botas me anclaba

nde e

o de la biblioteca. No

o, vendría a buscarme y su molesta insist

inmediato, aislándome de su presencia. No neces

me ser visto. Cuando confirmé que el camino estaba despejado, me deslicé entre

que me había asaltado. Pero, en el fondo, sabía que no importaba

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