La Obsesión de Abinadab
ya descarté, el mismo citaba: "Mi nombre es Ashley Monterreal tengo en este momento veintiséis años de edad han transcurrido exactamente cua
larga o tortuosa para el perpetrador del acto que continúa restando no solo años de libertad, sino que me ha dejado carente de alegría o ilusión, me dio repugnancia, e
su nombre nunca será olvidado, su dolor estará en la piel de todo el que lee su diario y la voz de todo un pueblo disminuido en cenizas representado tan bien en esas páginas. Es increíble estar en la actualidad en una situación siquiera un p
, con las lágrimas que caen constantemente y terminan de curtir las letras, una crónica de miedo y desesperación, aunque la unión de todas esas emociones se agolpa por intervalos en mi estómago haciénd
acorraladas, en peligro eminente. Pero también quiero mostrar el tórrido desenlace de una obsesión, como si al contrario de lo que aparece en las películas románticas cuando un hombre tó
vehículo siguiéndote de cerca desde el suyo hasta tu segunda parada la casa de tu mejor amiga, desde donde te acecha por las ventanas y te toma fotos en qué claramente no estás posando, pero no sé conforma con eso, quiere saber qué otra actividad va a realizar su
ujuria, con la que dedicas las pocas horas que le quedan libres a imaginar una vida intensa a tu lado. Más de una en este punto me dirá que estoy siendo exagerada, que se e
o con alguien puede destruir almas. Es así como ese ser al tiempo conoce tus rutinas, tus amigos, las direcciones que frecuentas, e
be qué otras cosas, al fin y al cabo, solo estudiaba idiomas no ingeniería de sistemas. En fin, te tiene en varias pantallas, por todos
ones y expectativas. Sin embargo, solo de lo que se observa superficialmente a menos que se estudie a profundidad la conducta humana, no te daría todos los datos necesarios para resolver la co
teresado en subir el movimiento de mi contenido término utilizado para nombrar las babosadas que exponemos al escarnio público en Internet, era bien aceptado. Fue un día como cualquier otro cuando permití de forma descuidada y nada pensante que un desconocido más, solo para mí cla
iempo no he tenido acceso a información tan sencilla como en qué dirección me encuentro ubicada, va más lejos, aún no estoy convencida del nombre que me proporcionó, ni de la melancólica justificación que me relato. Para concluir no tengo idea alguna de quién es mi captor. No obstante, en ese preciso instante en qué i
haustiva concluí que era de padres árabes o un origen similar, nacido muy lejos de mi residencia en ese punto de mi existencia y de sus fotos solo parecía agradable con un aura de misterio. En retrospectiva eso fue lo único en lo que no me equivo
delgada, maltratada y desaliñada viajará en una máquina del tiempo a ese justo momento y advertirle sobre lo que esa persona tenía planeado hacer, aunque con l