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Sangre y Fuego

Capítulo 3 Mi secuestrador

Palabras:1783    |    Actualizado en: 25/02/2022

li

, es la sensación más desagradable y t

de estar dormida me asustaría, pero los sentimientos de impotencia y miedo cesarían poco a poco permitiéndome recuperar la movilidad, soy doctor

frío y tengo la piel de gallina, tengo que controlar mis reacciones si empiezo a hiperventilar ahora, de seguro muero aquí. Cierro los ojos e intento

*

vez mis movimientos no están

demonio

ma en la que ahora me encuentro sentada. M

l estómago. Palpo entre mis piernas y mi ropa interior está en su lugar. Es un alivio. Me levanto de la cama. No veo mis zapatos por

o en puntillas de pies. Seguramente parezco un dibujo animado, hago un mohín. Aguzo los oídos a medida que me acerco al final del pasillo, pegándome a la pared, respiro hondo y me asomo por la esquina. Observo otro pasill

n espacioso salón el cual se separa en pasillos laterales. La puerta que está justo en frente de mí parece llamarme con un cántico celestial, elevó una rápida ple

ce una especie de estudio o despacho en penumbras , no sé, estos sitios solo los he visto en películas o no

an y me recorre un escalofrío. Me vuelvo y escaneo con los ojos en

gre preguntar quién está ahí en tres grandes zancadas aparece frente a mí

l

dos color chocolate, sus carnosos y suculentos labios, su delicado cuello, sus inmensos pechos, sus anchas caderas... Un gruñido sube a mi garganta, inhalo fuertement

Que diablos me has hecho?!- m

un abrir y cerrar de ojos, d

diría que una muñequita tan diminuta y de apar

soy. Te advertí que

li

dejado los dos primeros botones abiertos, lleva además un pantalón cuatro puertas a juego y a tr

ombre que hace a mi corazón saltar de júbilo, el hombr

Finalmente mi trauma y el exceso de trabajo han logrado su com

Mi garganta se cierra traicionera y mis pulmones parecen recibir cada vez

e necesito ahora es caer in

te a tres mil por minuto, estoy sudorosa, pálida y fría. Corro un

dos me deposita suavemente sobre un gigantesco sofá de color marrón. Me acomoda en la posición que siem

rra mi angelical captor.- Aquí, conmigo

rme pero su tacto es suave, cariñoso incluso. Me concentro en realizar los

recupera su ritmo normal y la sensa

¿Quién demonios eres?-

o no quiero que mi secuestrador crea qu

mi oído con tono jocoso. Como si l

Su rostro está a escasos centímetros del mío y pu

hermoso, pero ahora, aquí

que se me han reseca

as suyas. Acaricia mis nudillos con sus largos dedos y luego gira mi muñeca dejando mi pa

dejavú. Vuelvo a mirarle el rostro. Sus ojos son mucho más deslumbrantes de lo que pensaba son de dos colores ,el izquierdo m

de recuerdos o fantasías sexuales, no estoy segura. Quiero besarlo, morder

mis labios. Observo como sus pupilas se dilatan al punto de que soy capaz de verme reflejada en sus ojos. El ne

equeña.-susurra c

udiendo la

o a ti, no hay parte de tu cu

go en mi

ilenciosa negativa. Se me arrima aún más y me reclino haci

i pecho con el suyo, me tiene

ra mi oído. - No te res

eja. Me olizquea el cuello y gimo. Alejo mi rostro del suyo en fingido rechazo mientras estoy

rar. – Siempre huele

u nariz y luego me recorre el cuello con los la

dena entre lamer mi o

ondo en u

besos en mi mejilla buscand

su boca de la mía, dejándome boquiabierta y jadeante. Estoy rígida sobre

dorados imposiblemente crespos. Quiero tocar su rostro

el suyo. La atracción entre nosotros es tan fuerte que la atmósfera se torna embriagadora y sensual. Mi temperatura corporal se ha disparado a niveles escandaloso

n un susurro a

iunfal. Y

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