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La última carta de Aike

Capítulo 2 1

Palabras:1779    |    Actualizado en: 15/02/2022

gar en el que vivo. No salgo mucho, pero sí me gusta caminar, ahora, ya con los años los huesos en mi cue

emente migajas de galleta. Los pajaritos son bien queridos y cuidados aquí. Todos creen que ellos vie

dra y media, no es que tampoco sea lo más fácil del mundo. No puedo tra

tal vez. Este barrio ha visto la manera en la que he estado creciendo

pueblo no es relativamente pequeño, pero tampoco se asemeja a una cuidad

s y maestras. Un director que es joven y jóvenes adolescentes llenos de horm

días do

a y pantalón de tela formal, esperando en

o, pues en la otra tengo el bastó

que me salga de este pueblo, pero tengo tantos recuerdos aquí, tantas carcajadas en los quioscos de la esquina, tantos baches que desde hace años he visto como s

uando pasan por el frente de mi casa mientras yo descanso sobre una hamaca para

r las historias de una anciana que aún prepa

il. Por lo que he decidido guardar mis memorias

o miedo de

años, cuando era pequeña y no sabía afrontar los pr

o viejo que encontré una vez

llevarme al doctor y a decirme que me llevarían a la cuidad para vivir con mi hijo mayor, Román. Él ya tiene su familia y sus hijos, po

tan grande y olvidarme de estas calles que me vi

tantería el cuaderno al que podía siquiera acaso llamar

eltas, vam

primera n

que empezó todo. recu

a en la que trabajaba por las tardes y salía alrededor de las siete de la noche,

itaria de las calles. porque eso era algo que me encantaba, la soledad, el silencio. Pero que no se malinterprete, porque

itas algo

y atrevida para que se

El chico no respondía. porque sí, era un chico, era uno que traía una chaqueta negra de cuero y unos pantalones Jean azules desg

—esta vez mi voz so

chaqueta negra, con tanta calma que me abrumaba, mis señales de alarma se encendieron rápidamente. Era solo un trozo de papel. Nada más. Me lo ofreció, dudosa lo acepté y caminé lo más rápido

s extraño —hab

-

a jarra de café, mamá se fue a su habitación a descan

r de persona, porque lo era, porque le nacía hacerlo. Cada día, mamá saludaba a casi todo el pueblo con sus caminatas matutinas, mamá era una persona trabajadora, p

tardes con sus amigas de la misma edad. Claro, siempre cotilleaban de los chismes del pueblo, con solo un poco de pudor y buen semblante, además de hablar severamente de l

unos bizcochos a conversar, hasta de su juventud. Po

staba

e son hijas justamente de esas cuatro s

aquellas cuatro mujeres que se juntan en el patio de

a hacer deberes o conversar de cualquier cosa, lo bueno es que

chaqueta, pues estaba el papel de aquel chico de ojos

idado, y me di

o la certeza de quererte, pero

Estoy co

ma mi madre— ¿Y

el café y se lo llevo a mi madre para que ce

me recuesto sobre ella y cuando miro ha

ojos

reacciona ya-me

y salgo a la calle para

está en la esqu

finiti

joven y no se da

acerca y me sujeta la mano. Sin decir ni una sola palabra. Escri

ndo estés

s, es ronca

te a mi boca y me dedi

evo, con una mueca de fastidio plasmada en mi rostr

¿Dónde

ue me regaló una carta hace pocas horas

unos dulces mamá-alcé la

pagas todas las lu

noches y me entré

bía escrito algo con un

ik

allí. Pero si mi madre ve que me he pintado el nombr

godón, remuevo la tinta del

-

chico? ¿Dón

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