Llamas gemelas (Libro 1)
6 d.G. Ciudad N
irle la puerta, y caminó por el sendero que separaba la calzada de la que era su casa desde hacía un par
ciaba de llegar a este lugar, de dos plantas, fachada lisa forrada de est
só con prisas, pasó por la entrada, para ver la escalera hacia la segunda planta, y caminó hacia la sala de estar, donde su
bia aparecer desde el pasillo. Ella no tendría más de diecinueve años. Era una humana de ap
ignoraban la realidad del mundo, escuchar a su secretaria parlar y parlar, tan solo relatando todos los com
acerse de esas cadenas, aunque s
de las garras de su padre, tanto como le fuera posible. Sin embargo, ese perfecto mundo que comenzó apenas semanas atrás
guibles a la distancia se apreciaron en su brazo izquierdo,
a mostrar y el estatus que estaba obligado a mantener. Necesitaba de muchas cosas para ma
un cincuentón, pero, en su cabellera y barb
rio no interrumpiría, ja
a la muchacha con la voz apagada y áspera, llevándola se
ó caer su pe
sión, y él pudo ver el deseo latir e
ana, familiar lejano de una de sus hermanas menores, se había convertido en su alimentadora semanas atrás. Ella aún no se a
a oreja, hasta la clavícula de una Ailen que, segundo a segundo s
ncapaz de controlar sus deseos... Los humanos de ahora eran débiles en ese senti
subir las manos a tomar los hombros ajenos. Luke pasó la lengua por la zona que esperaba morder y, entre leves
los hombros del varón; su cuerpo pegó un tirón de rechazo, per
más pronunciados. Ella comenzó a menearse sobre su amo en movimientos sugerentes,
abiano, el clan Veneto, tenían la particularidad de poder controlar eso: podían hacer que doliera tanto como la mis
efensores del pecado de la lujuria, y quienes mejor
o las escaleras, para después detenerse y mirarlo con curiosidad mientras se alimentaba, sino
ara ser su guardián, ha llegado -
undir sus colmillos en el cuello de una Ailen que gritó, a p
comenzó a reír, cegada por las endorfinas que la mordida le pro
, miró a Denisse, a Marco, y
legado con la mirada-. Creí haberte dicho que no necesito que nadie m
manos a la altura de su estómago, dispuesta
ado para usted la necesid
ue Marco solo cumplía órdenes, pero el deseo de matarlo
rario a sus deseos, el señor Blaise, hijo de Lord Kyburg, es el ú
s, después de más de ciento setenta años, las cosas no terminaron bien
en el que se me notificó venir aquí. -Lo miró con ojos gélidos, y declar
-espetó Luke. Blaise negó con la cabeza. En su cintu
n sentimientos de por medio, resonó en el rubio con desconcierto-. Mi padre y el señ
señor Malcom que te proteja, en la tranquilida
que vio un atisbo de dolor muy pequeño, en el fon
ongelante con intimidación. No estaba molesto con él, no podía, no sabía cómo... pero se encontr
ó, para pasar al lado de Marco, en dirección a
nada, se fue tras él, escaler
.C. Imperi
ogénito varón de su gran amigo, Tomsk Habsburg, el nuevo patriarca del clan de los Kyburg; si
vez pensó, decepcionándolo una vez más, enr
se ponía los pantalones sin prisas, tal cual el otro muchach
controlar, padre, y tampoco de
contra él, propinándole un puñetazo que
do ir en su ayuda, pero su padr
no te metas. -advirtió Tomsk muy serio
improperios en latín antiguo, siguió golpeándolo. Y el hijo jamás opuso re
uella habitación de dimensiones medias, a quedar
urrir, maldito bastardo! -vociferó Malcom Edevane en cólera y, po
lo hizo no responder a los insultos y humillaciones de su padre, m
sentimiento de profunda tristeza, relacionado con