Punto de vista de Scarlett:

Salí del trabajo y decidí recorrer el pie el camino a casa. El paisaje estaba bañado por el resplandor del sol poniente. Había sido una jornada dura en el trabajo y me sentía agotada física y mentalmente. Necesitaba una ducha tibia y dormir.

Mientras caminaba, un automóvil negro se detuvo a mi lado. La puerta del vehículo se abrió y se bajó un hombre de mediana edad, con una notable barriga.

"Hola, señorita Riley", me saludó con una sonrisa amistosa.

"Hola. Disculpe... ¿usted quién es?", le pregunté, porque por más que intentaba recordar si lo conocía, nada venía a mi cabeza.

"No importa quién soy. Lo importante es que usted, señorita Riley, terminó de trabajar y está, por tanto, disponible. Mi jefe la invita a cenar", explicó el hombre.

Desconcertada, le eché un vistazo al auto.

La ventanilla estaba abierta. En el interior, un hombre apuesto de unos treinta años me miraba con una amable sonrisa.

Lucía poderoso y refinado. En ese momento me pregunté qué buscaba un caballero así con una chica insignificante como yo. Sus razones tendría, pero yo no las podía siquiera imaginar.

"Hola", le devolví el saludo. Estaba pensando en el mejor modo de rechazar esta oferta, cuando escuché una voz familiar detrás de mí.

"Buenas tardes, señor Walker".