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El prisionero del cielo

Capítulo 8 02 de septiembre

Palabras:1140    |    Actualizado en: 22/11/2021

. El día se pinto de gris y el viento decidió salir a caminar hoy por la ciudad, la brisa se lle

teléfono de aquella mujer. Esta vez decidió levantarlo y escuchar

ontes ? — pregunto la voz del ex

dudo. Los labios se abriero

la h

arlos Marín ha fallecido el día de hoy

nas y abrazo a la mujer, que estaba para

. — replicó la mujer — Apen

l amanecer al pie de la torre donde el solía estar

como alguna vez le pasó al prisionero del c

, le ha dejado una carta. — agr

ico que se hizo prese

mismo día por la mañana, y sin decir nada se aprox

, y la brisa era la única acompañante de la mujer. Las calles esta

al prisionero del cielo en su torre, mirándola como la primera vez y ofreciéndole la sonr

con recelo y lleno de furia, aquel hombre frío y miserable, hoy se

eñora. — dijo

acompaño hasta el de

del castillo. Se podía escuchar el llanto del prisio

que usted era pareja del prisio

mos p

gistrado, más que a usted, y eso por las cartas, será la

pregunto la mujer,

l ceño y sin ganas le

sionero Martín. El guardia

iló a la puerta. Antes de que cruzará el

amar así a una persona, y créame que he visto de todo en este lugar, señora Montes. Llore le y dígale

borde del llanto. Asintió lenta

se podía ver la silueta de Martín sosteniendo un escrito. La voz del guardia rompió el silencio

s labios para que el corazón de aquella mujer no se rompiera co

y la responda. — dijo Martín, con la

llada y supo que eso

la en dónde esperaría por el cuerpo de

ó el día anterior. Cada segundo en esa habitación caía lentamente, el tiempo era eterno y estaba en su contra; era como si el mismo tiempo quisiera que ella

ó una voz al fo

la llamaba, se percató de qu

nero Marín está l list

ó, sin deci

os ojos, la misma mirada; perdida y cansada, como el día que la perdió. El pri

e...?— pregunto la mujer, con e

mucho estrés, acompañado de una impresió

del cielo, y en tan solo segund

rminado. Las noches que compartieron juntos ya no volverían, y

r a favor de ambos, y lo

ionero del cielo y su amada se conv

la mujer arrastró su alma hasta donde sería

rsario de aquel romance de otoño. El qu

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