Miedo al amor
tó dubitativo Jack.
mbre, a una alegría que puede llegar a la euforia. Pero se sentía incréd
igo de alguien, pero tampoco estaba muy seguro si debía confiar en el pequeño, teniendo en cuenta que hace escasos mi
a de Christian. No podía perder la oportunidad de intentarlo, de tener por primera
ano hacia el rubio-. Podemos ser
ición?
co que pediré. -dijo, esperando que su decisión no fueenéticamente la mano del mayor. Sinceramente no se esperaba esa respuesta. Se encontra
ck como si su vida dependiera de ello. -¡Amigos! -sonrió. -Y n
a los mofletes sonrosados y, aunque estuviera muy alegre, también se
o evit
o atendiendo a las jirafas y a los elefantes del Zoo, ante la atenta mira
o en su trabajo, y se
*
mirando tiendas de ropa y escaparates de cualquier tipo de joyería. No sabía qu
interés y por si fuera poco solo tenía 20 dól
arate de televisores un anuncio de que había nacido una cría de delfín en el Zoo, así qu
y entró contento. Jamás había ido a uno. Y s
rvaba aquel animal, haciendo acrobacias. -¡Sigue así! -animaba al grupo de
un helado y ya de paso ver el resto del Zoo, hasta que se p
a de nuestro querido Mochi como si e
rcarse tan fácilmente a Mochi. Primero fue Christian, y después fue el pelinegro. ¿Por qué su Mochi estaba realmente raro? Y aún m
ara dirigirse al nuevo sospechosos que e
ver que era un hombre extraño quien h
ién era un desconocid
nrisa cuadrada, bastante bella ante los ojos de Jack. Lo
acer e
ian y Tomás iban a ser muy importantes en su vida. A tales maneras que su vida podría dar un cambio de 180º. Y no sabía si para bien o para mal.
anquilizaba, haciendo que volviera a la realidad. La voz de Christian lo tran
hristian, que aún permanecía
ía, es como si una atracción incon
do una vuelta me encontré con él. -Señaló a Mochi que en ese mismo
irando de reojo a Jack, que
pensando? -se pr
s. Aunque no se conocieran de mucho, sabía que Jack era muy import
a. Sentía que debía proteger lo que era suyo. Pero ni siquiera era de él, ni siqu
ndo una gran incomodidad a Tomás, que s
incomodidad que se había creado, decidió irse. Sintió un aura de Christian
ras acariciaba a Mochi que había vuelto de
amente
óvenes se había hecho presente de nuevo, y
ra. No lo habí
n dejó de acariciar al elefantito y
-vio como se i
muy extraño, sin duda. Pero en cierta manera, Tomás también le pa
erán a e