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¿Quién es quién?

Capítulo 3 Recibimiento versus despedida

Palabras:1715    |    Actualizado en: 25/10/2021

cibimiento ver

e paso hacia el mundo. Todos mis planes alrededor de este viaje tenían que ver conmigo mismo, quería respirar, sentirme libre. Pero esta mujer tal vez dejaba su vida sosegada en Bahamas para lanzarse a una búsqu

s que le exigían resultaban inadmisibles para su circunstancia económica. Etienne disimulaba su pobreza con un comportamiento presuntuoso, que muy mal le venía. Me hubiera complacido ayudarla, repito. Muy tentadora era la propuesta, que igual parecía prometer una aventura con riesgos en la que yo, amante de esa clase de retos me hubiera involucrado sin pensarlo dos veces. Pero igual de petulante habría sido si lo intentaba,

magüey me hizo presuponer un clima de igual frialdad en Jamaica, dada la época del año, así que iba resguardado

cual no me arriesgué a distraerla, mientras me esforzaba en recobrar mi exultación inicial. La imaginación anticipaba mis pasos en aquella islita de ensueños, cual vislumbraba a Jamaic

orama: En medio de un océano de profundo azul Jamaica flotaba como el caparazón de una verdeante tortuga. Los bordes costeros dibujaban un litoral arenoso ininterrumpido y un oleaje en secuencias con líneas de blanquísima espuma. Gran parte del país aparecía cubierto por montañas y en estas afloraba una densa vegetación. También se visualizaban llanuras en un tono verde clar

salones encristalados. Etienne y yo recogimos nuestros equipajes respectivos en la rampa de entregas y nos metimos en el tumulto de los que buscaban la salida. Mi compañera de viaje rodaba una maleta gris cuyas ruedas chirriaban po

erás un yip Suzuki, modelo Aviara, verde metálico, con una pancarta

entes, mis primos Brox y Morris que agitaban una pancarta con mi nombre escrito en caracteres rojos. Levanté en alto mi brazo hasta hace

ararnos. ―dije apesadumbrado―¿Al

acudió la

eos lentes y sosteniendo el bolso e

rle. Las despedidas siempr

lá―balbuceé―. Fue un viaje

ra sonrisa desde que no habíamos

s imposible.―abrí los braz

ara Dios.―me replicó la

e adiós un rato, con el bolso de hule levantado. Después la vi volverse y caminar indecisa, arrastrando su maleta, como si se sintiera perdida.

picos del estilo rastafari. Al igual que yo contaba veintiséis años. Brox, por su parte era muy fornido y de mayor estatura

?― me propusieron después

or el lado opuesto de la carretera, como es la costumbre a

arcajada y puso un

mo, de nuestra familia, no t

ndí, tragando en s

nso para ti, primo de Cuba. ―dijo Brox―

azos en señal

que he escuchado! ¡No dej

to decirlo, pero en las siguientes horas me olvidaría completamente de Etienne. La atropellada secuencia de nuevas sensaciones, los intensos análisis y comparacion

y de las probabilidades, o algo que no podía saberse cuándo nos tocará? ¿Estaría acaso relacionada con el Caos? ¿Estaba el mundo sumido en el Caos

aís y la limitación de movimiento (pues ni siquiera tenía posibilidades de viajar y hacer estancia en los mil lugares hermosos y de recreo que había dentro de la isla) me sentía amodorrado como muchos de mis coterráneos y dominaba en mí esa certeza de haber nacido en el lugar

cama y miro al techo con las manos metidas bajo la cabeza, si estoy en casa. Si estoy a la intemperie, oteo la infinitud del cielo, ya de día o en las noches despejadas, tendido en el campo o flotando en la mar tranquil

ingston. Saqué presto mi móvil y comencé a tomar fotos a diestra y sinies

ngston hasta mañana. Ahora vamos a casa,

os yermos y primorosos chalets de lujo. Poco después llega

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