icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

El aroma a matcha de su traición

Capítulo 3 

Palabras:1515    |    Actualizado en: 12/12/2025

de Casandra «

a había intentado alejarme, pero yo me quedé allí, observando a Héctor y Anaís. El beso ha

ontraron con los míos a través del bar abarrotado. Por una fracción de segundo, un destello de triunfo, rápidamente enmascarado por una inocenci

eza rancia y traición pegado a mi ropa. Las luc

la, con el rostro como

su voz tensa con una furia apenas con

lso junto

prendentemente firme-. Estaba

se entr

o toda la noche. ¿Simplemente ignoras mis

habitación-. La que se da cuenta de que tiene derecho a respirar,

o suavizándose ligeramen

corriendo, no contestaste mis llamadas

preocupado por tu imagen p

dose una mano

na gran sorpresa para ti. Una fiesta. La próxima semana. -Hizo un gesto vago, como si el event

eo? Qué

ué, Héctor? ¿Para que yo desapareciera y así pudieras presu

stre

me puse rígida-. Te amo. Eres mi esposa. Solo... me dejé ll

e yo fui vulnerable durante diez años, Héctor? ¿Mi

su rostro en

s cosas aquí. Te compré ese libro de arte de ciencia ficción de edición

an, pero me n

rece que he perdido el apetito por tu

o rígido. Su man

l, Cassie. Estoy tratan

estás tratando de comprar mi sile

brillo peligr

a. Pero ni se te ocurra pensar que puedes andar por

desafié, cruzando los brazos sobre mi pecho-. ¿Es un con

isma! ¡Vas a arruinarlo todo! -rugió, g

ú, Héctor. Hace diez años, cuando te casaste con una «profecía» en lugar de

sorpresa, luego una

que antes-. Fue... un error. Un momento de debi

siempre parece ser increíblemente conveniente para tu estrategia de negocios. -Tomé una respiración

n par, su fachada cuidadosame

-Se abalanzó sobre mí, per

z fría-. Y voy a cerrar con ll

ntino silencio. Se quedó afuera por un momento, luego escuché una maldición ahogada y el repugnante golpe de algo sien

[número de teléfono]. Dile que Juls te mandó. Está ocupado las próxim

mis labios. La primera

amar hacer, ofrecer mi tiempo como voluntaria, antes de que Héctor lo considerara «i

bueno verte! Te

calor familiar extend

o estar

tor. La risita tintineante de Anaís. Mi corazón se hundió, no con dolor, sino con una agotadora sensación de inevitabilida

rro de golden retriever esponjoso. Héctor sostenía al cachorro, luciendo como el C

ta Nichols? -preguntó una niñita

lanzando una mirad

el señor Leal e

ó otro niño, su curiosidad inocent

jos se encontraron con los de Héctor, una

a quién no le gustaría alguien ta

do lo no dicho, co

¡Beso!

o la habitación. Sus ojos se encontraron brevemente con los

presionando un suave beso en su mejilla. Los niños estallaron en vítores. El rostro

un profundo vacío donde antes había dolor. Era como ver

Sara, la niñita, señalándo

damente apartó a Anaís, dando un paso a

nté, mi voz clara y cortando el repentino silenci

ron inmediatamente hacia mí. Les sonreí, una sonrisa genu

o de los niños, uno perc

el ceño fruncido-, sus ojos...

ora intentaba desesperadamente dar excusa

z suave pero firme-. No

a nuestro lado, su rostro contorsionad

ora. -Su voz era un gruñido baj

a, mis ojos despr

n mis labios-. ¿De lo maravillosos que se ven tú y Anaís juntos? Felic

rió la boca, pero no salieron palabras. Sus ojos, sin em

Obtenga su bonus en la App

Abrir