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Jaque al rey: El regreso

Capítulo 4 Armadura de Seda y Acero

Palabras:2372    |    Actualizado en: 11/12/2025

ntanales del ático sin pedir permiso, pintan

a el cuello y tenía la boca seca. Tardó unos segundos en recordar dónde estaba: el sofá ita

partamento de Queens. Est

evado durante casi veinticuatro horas. La vergüenza la golpeó de inmediato. Se

as, Bella

abierta. Elena se giró y sintió que el

in de la noche anterior. Vestía un pantalón de traje gris oscuro y una camisa blanca inmaculada, con las mangas remangadas hast

. Como si no hubiera pasado la noche desenterrand

ndose de pie y buscando sus zapatos-. No debí qued

Su expresión era ilegible, pero

Trabajaste cinco horas seguidas encontrando las cuentas ocultas en Panamá. -Dante señaló una

liñado frente a la perfección de él. El café olía a gloria

ra es? -

d a las ocho y media. Quiero llegar ante

gado, con una mancha de vino seco en

engo que pasar por

rises y apagados... -Dante hizo una mueca de disgusto-. Son el uniforme de una víctima. Cl

señaló hacia el pasillo que

n hace media hora. Mi estilista personal es muy eficient

, una mezcla de gratitud y molestia defe

. Se acercó a ella, invadiendo su espacio personal como solía ha

s pareciendo la asistente asustada de ayer, te tratarán como tal. Necesito que entres pareciendo la mujer qu

ña electricidad que chisporroteaba entre ellos cada vez que él

en el espejo de cuerpo entero del ba

usto debajo de la rodilla, profesional pero innegablemente femenina. La chaqueta entallada tenía hombreras sutiles que le daban una postura de poder

maquillaje que venía en el kit. Cuando salió al salón, se sentía diferente. Caminaba di

e espaldas a ella. Se giró al oírla y

o subiendo a sus ojos. Hubo un silencio denso. Elena contuvo la respiración, sintiéndose expuesta bajo su escrutinio. Por primera vez, vi

e al teléfono y colgó sin

guntó Elena, sintiéndo

rganta y se ajustó lo

con voz áspera-. Va

tableta que Dante le había dado, repasando los nombres de los ejecutivos leales a Cl

ión durante cinco años, Elena sintió que el pánico le cerraba la garganta. Vio a los emplead

riera la puerta, él puso su mano grande y caliente sobre

eres la voz de Blackwood Holdings. Tienes mi autoridad. Si alguien te falta al

ano le infundió

ten

r abrió

ergía oscura que hacía que la gente se apartara instintivamente a su paso. Elena caminaba a su lado, un paso po

de su ropa barata, abrir la boca con asombro al ver

edida que los números subían, el corazón de Ele

tas se a

Teléfonos sonando, gente corriendo con papeles. La

Vega estaba gritándole a una secretaria jun

! -bramaba Claudio-. ¡Quiero esos archivos tritura

-la voz de Dante cortó

ilencio. Cincuenta cabezas

tados en sangre. Al ver a Dante, palideció. Pero cuando sus ojos se

monios haces vestida así? ¿Y por qué no estás en tu escritorio?

achar la cabeza y disculparse. Es mi

como una montaña. Recordó la noche anterior. Recordó la pro

en el brazo para detenerlo. «Déjame hacerlo a mí», le dijo con la mirada. D

hacia Claud

y firme, proyectándose por toda la oficina-. Ya no pre

amenazante-. Escúchame bien, estúpida desagra

mpió Elena, sacando un documento de su maletín-. Y en cuanto a mi madre, ella está siendo trasl

ina. Claudio parecía haber r

tú no p

ace ejecutivo de Blackwood Holdings. A partir de este momento, todas las operaciones pasan por mi supervi

do los estribos-. ¡Saquen a esta tra

o y gritando. Luego miraron a Dante Blackwood, que estaba parado con los br

sus pensiones -dijo Dante suavemente

l lado de Elena, mirando a C

io, Claudio. De hecho, e

jando la voz para que solo Cl

cinco años, herman

. El reconocimiento golpeó su rostro como un

laudio, horrorizado-

ujer y lo enviaste a la cárcel -respondió Dante con f

rezó y se dir

aciones. Y asegúrese de que devuelva la tarjeta de acceso y el teléfo

a mis abogados! -chilló C

revisen la cláusula 4B del acuerdo de adquisición que firmó anoche borracho

ensor con un gesto

o. No hagas una es

desprecio en los ojos de los empleados que había maltratado dura

s y caminó hacia los ascen

en la oficina era absoluto. Elena sintió que le temb

expresión que ella no había visto antes.

te alto para que todos lo oyeran-. Ahora, vamos

a antigua oficina del fundador, la oficina que había sido suya. Elena lo

aislando el sonido del exterior. El despacho era enorme, per

ojos se clavaron en Elena. La tensión, que habían mantenido

nífica -murmuró

ella, apoyándose contra el esc

rontación todavía vibraba en el aire, mezclándose con algo más peligroso-

ue la dejó helada, trazó la línea de su mandíb

na. Y te queda m

s motas doradas en la oscuridad de sus ojos. El momento pendía de un hi

guien llamó

endo el hechizo, y su rostro vo

-dijo co

aro enjaulado. Habían ganado la primera batalla, pero tenía la terrible sensación de que la guerra más peligrosa no

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