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verdes. Prepararlo todo era más que suficiente como para cansar a cualquiera, además, tuvieron que despojar algunos y dividi
ra poder perfeccionarlo pero, afortunadamente, Wendy había trabajado en ese o
lo unas pocas piezas pequeñas, como pájaros o cosas similares. En una parte de la montaña se encontraban un
das del pueblo, por los que debían levantarse temp
a diez millas de su hogar. Después de todo, la gente de la cuidad no utilizaba esas cosas. Sin
atro horas en llegar, eran casi las
mos vender esto?". Wendy estaba nerviosa por el ajetreo y el bullicio de la ciudad. No s
rando algo de comer allá", dijo la chica, con confi
platos?", preguntó la mujer, que parecía tímida. Era como s
uedarte tranquila y observar. Te prometo que venderé todo", terminó su discurso demostrando valentía. En su vida pasada fue una de las quinient
a un gran mercado de alimentos, ahí colocaron sus canastas y
ar y, aun así, madre e hija tenían una ventaja: Ellas
ue estaban allí solo iban a comprar sus alimentos y se los llevaban en
minutos pasaban. Y, de manera ansiosa dijo: "¿De verdad crees que esto funcionará? Quizás est
do. Debido a que, nada se había vendido todavía, sintió que era su culpa. Comenzó
Mamá, acabamos de llegar. Esto tomará tiempo. Además, ya viste cuánt
coletas se acercaba hacia ellas, poniéndose en cuclillas. El rostro
no, y le preguntó suaveme
e, mirando a la contraria con
juguete. Estaba tan orgullosa de que a alguien le haya gu
s y le dirigió una tierna sonrisa, lu
multitud que estaba en la entrada del mercado. Allí, para sorpresa de su madre, com
cio cestas de bambú y platos que no contaminan
esidad de hacer publicidad, después de todo. Tan pronto como comenzó a hacer propaganda de sus objetos, la gente
laborado con bambú y no contamina. Si realmente le gusta, solo
edes bajarle un poco?", pregun
járselo a cinco dólares. El valor del plato es de solo dos dól
Era obvio que les gustaba lo que compraron. Selecci
vez que Celia se puso en marcha, todo
ndió las frutas que había
, una fue regalada y las otras las ha
tos fueron dieciocho dólares. Las cincuenta y cinco frutas fueron cinco dólares y veinticinco centavos, al igual que los
ciudad natal, incluso si vendían las canastas en tres dólares, pocos las habrían comprado, no obstante, en l
ila de dinero que las palabras no salían de sus labios
ay un mercado para tus productos. ¿Ahora sí me crees?", dijo
podido vender estos productos. ¡No sabía que tuvieras ese
ómo responder, por
cuando Celia estaba pensando en qué comprar para comer, la niña a la que le había dado el