ÓL
UR F
L
uro. Aspiré profundamente, dejando que el aroma terroso impregnara mis sentidos antes de exhalarlo lentamente. El silencio denso y opulento que llenaba la est
cimientos de los planes que, con meticulosa precisión, había trazado para él. Debía apartarla de
tes a su disposición -profesionales, herederas de fortunas incalculables, mujeres que comprendían nuestro mundo- se hubie
en mi interior. ¿Y si no era tan simple? ¿Y si es
esta casa, a nuestro mundo. No podía permitirme el lujo de la improvisación. Necesitaba un plan, una estrategia calculada que neutralizara s
iz, cualquier sombra en su historial que pudiera usar en su contra
condición, una oferta generosa podría significar una vida de com
ebía mantene
de indiferencia cuidadosamente tejida, mientras
mostrado su valía al mantener la empresa a flote, convirtiéndose en un hombre hech
ía desmoronarse. Sin embargo, no tenía elección. Por el bien de Emiliano, de nue
iciente. El lujo exigía un precio alto y demandaba sacrificios. Esta vez, mi h
ontacto de un investigador priv
al otro lado de la línea-. Sono Arthu
spondió con un lev
ima volta che ci siamo sentiti. Come sempre, sono a su
matiz más severo,
ta, l'aria che respira, l'ultima volta che è andata in bagno, chi sono i suoi
nalidad que lo caracterizaba-. Tuttavia, signor Ferrer, gli onorari sar
i -repliqué con desdén-. Procederò immediatamente con il paga
signor Ferrer -concluyó Giacomo, con tono seguro-. C