El Hombre Cruel que me enamoro
tro años que no pisaba
é, me golpeó en la cara. Nada había cambiado. Los cafetales se extendía
sí había
e mis padres en el aniversario de su muerte. Después de
zó mi mente. Yo, con dieciocho años,
esto, I
caoba estaba mi cuaderno de bocetos, abierto en la página donde lo había
ibujos, tío
máscara de furia y algo más, algo que en ese momento no entendí. "Te
que lo vi. Su prohibic
olsillo, sacándome de mis
te bien,
a y tranquila
ar a la hacienda.
vuelves a casa, a nuestra casa. Y
lgo que no había hecho en este
mo, M
ti. Cu
ante entraba por el camino de grava, levantando una nube d
jó Camil
competición ecuestre durante nuestra adolescencia. Su sonrisa
nto," dijo, mirándome de arriba abajo c
responder, la puert
ás imponente que nunca. El poder emanaba de él. Su mirada pasó por en
y luego se dirigió a mí, su voz volviéndose f
etuvo. ¿Prometi
decir, recordar en voz alta la crue
a advertencia. "Camila es la mujer con la q
sión en sus ojos
po," dije, mi voz más firme de lo que me s
esencia fuera una simple
ana, y me iría esa misma tarde. No necesitaba su permiso,
rle que me iba a casar, invitarlo formalmente a mi boda e
to decirte," comencé, justo cua
brusco y supuestamente accidental, volcó la
llenándose de lágrimas.
siquiera me miró. Su atención estaba
furia que me paralizó. "¡No llevas ni un día aquí
sola en el comedor, con el olor a café