A algunas personas les gusta el drama
bajo, mi hijo Leo, de apenas siete años, sacudía
e. Con horror, comprendí que Isabela, cegada por él, me había negad
o, quien, cojeando, buscaba ayuda. Fui testigo de cómo Ricardo, con sa
onado por su madre, era indescriptible. ¿Cómo pudo la mujer que
juntas, liberadas. Pero el juicio de Isabela, la cómplice de nuestr