Las Mujeres Venganzan
la noche, ligeramente bronce
emos parado. Te he echado de men
ar y a mar estaba i
ralidad de siempre, pero yo lo veía tod
su teléfono vibraba sobre la mesa de la entrada y él lo cogía con
n su rostro mientras t
sin que yo preguntara. "
en si
ofundamente a mi lado, yo perman
ño tablao en Sevilla, el lugar donde nos conocimos. Me
ar de zafiros que, según él, había pertenecido a
és del aborto. Me traía el desayuno a la cama, me leía e
o era ahora
a la culpa de un hombre qu
or eran un guion q
ado, había estado enredado con el de e
rido. Se había convertido en una farsa que yo
tana las luces de Madrid. La ciudad parecía la misma, pero