Lamento el daño
g
borde del llanto. -Rasqué mi cabeza-. No era mi intención que ella escuchara, de hecho, no debí decir eso. Una cosa era
fija. No decía nada y ya me sentía como un miserable, tampoco pens
o como si no f
! -Algo extraño se
si no la apreciaras como una prima de sangre. Eso me
me ha enseñado a ponerme en el lugar de las otras personas. Si lo ponía de esa pe
de Eugenia María no er
re nuestros padres, desde pequeños n
ió mis palabras-. ¿Crees que eso no era en el ámbito
y más cuando el hombre a quien tanto a
si
rima, porque si no la ves de esa manera, entonces no me
el mundo, el simple hecho de que David pensara que
es mi
Les he enseñado a no ofender a una mujer así no estén
lidad,
e supe de su sentimiento hacia mí come
refiere a ti como; t
embarré. Te prometo tratar de busc
ir a su casa a pedir disculpas. D
llevarla al cine,
ada. Lo otro ya será darle ilusiones fa
o cuá
a era mi prima, siempre la he vist
la comenzó a estudiar med
io, papá -David m
-Mierda, al mirarlo, analizaba mi expresión corporal. No debía olvidar que era un expert
r n
descubrirá de nuestro negocio ilegal. No traficamos, pero las carre
mento mientras salía del despacho-. Llegué a la mesa donde se encontraban Ernesto y Samue
ra que el tío Da
s y ahora tengo demasiada vergüenza y deseo devolver e
ondo, el egocéntrico insultándose
Pero debo buscar la maner
.***.
ex
ía hacia la pista de baile. Me incliné ante la muchacha, definitivamente no había mejor pareja pa
. -Le dij
elvo a t
l inicio de la universidad. Desde entonces jamás volvió a tener novia, solo mujeres para disfrutar una semana. De hecho,
dije nada, los dejé en la pista, y al caminar hacia la mesa donde es
ento,
ostumbrarme por unos m
s también
ué mi camino hasta llegar a la mesa... ¡Carajos! Van a regañarme por lo que les diré, pero me lo
na noticia que no les va a gustar. Termina
ahora ¿qué nos vas a dec
Rasqué mi cabeza, todo
hermana? -Emmanuel e
versa. Ya te lo he dicho, solo somos amigos, de ahí no
ey -suspiré, me senté, miré
irá mañana
e sentó, los otros t
scuch
si llegas con mi h
e seré yo quien te haga p
rla a ella en ese lugar lleno de perdición, donde habí
n de segundos. -Ernesto tenía razón-. Ya de
las son iguales a nosotros. No podemos j
o son siempre en el mismo lugar, per
. -miré
azul, es azul, no tengo nada, ni me interesa tu hermana como mujer, pero sí voy a defender nuestra amistad el resto de mi vida. El moreno lanzaba dag