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Lamento el daño

Capítulo 4 Metiendo la pata

Palabras:1311    |    Actualizado en: 01/04/2025

g

borde del llanto. -Rasqué mi cabeza-. No era mi intención que ella escuchara, de hecho, no debí decir eso. Una cosa era

fija. No decía nada y ya me sentía como un miserable, tampoco pens

o como si no f

! -Algo extraño se

si no la apreciaras como una prima de sangre. Eso me

me ha enseñado a ponerme en el lugar de las otras personas. Si lo ponía de esa pe

de Eugenia María no er

re nuestros padres, desde pequeños n

ió mis palabras-. ¿Crees que eso no era en el ámbito

y más cuando el hombre a quien tanto a

si

rima, porque si no la ves de esa manera, entonces no me

el mundo, el simple hecho de que David pensara que

es mi

Les he enseñado a no ofender a una mujer así no estén

lidad,

e supe de su sentimiento hacia mí come

refiere a ti como; t

embarré. Te prometo tratar de busc

ir a su casa a pedir disculpas. D

llevarla al cine,

ada. Lo otro ya será darle ilusiones fa

o cuá

a era mi prima, siempre la he vist

la comenzó a estudiar med

io, papá -David m

-Mierda, al mirarlo, analizaba mi expresión corporal. No debía olvidar que era un expert

r n

descubrirá de nuestro negocio ilegal. No traficamos, pero las carre

mento mientras salía del despacho-. Llegué a la mesa donde se encontraban Ernesto y Samue

ra que el tío Da

s y ahora tengo demasiada vergüenza y deseo devolver e

ondo, el egocéntrico insultándose

Pero debo buscar la maner

.***.

ex

ía hacia la pista de baile. Me incliné ante la muchacha, definitivamente no había mejor pareja pa

. -Le dij

elvo a t

l inicio de la universidad. Desde entonces jamás volvió a tener novia, solo mujeres para disfrutar una semana. De hecho,

dije nada, los dejé en la pista, y al caminar hacia la mesa donde es

ento,

ostumbrarme por unos m

s también

ué mi camino hasta llegar a la mesa... ¡Carajos! Van a regañarme por lo que les diré, pero me lo

na noticia que no les va a gustar. Termina

ahora ¿qué nos vas a dec

Rasqué mi cabeza, todo

hermana? -Emmanuel e

versa. Ya te lo he dicho, solo somos amigos, de ahí no

ey -suspiré, me senté, miré

irá mañana

e sentó, los otros t

scuch

si llegas con mi h

e seré yo quien te haga p

rla a ella en ese lugar lleno de perdición, donde habí

n de segundos. -Ernesto tenía razón-. Ya de

las son iguales a nosotros. No podemos j

o son siempre en el mismo lugar, per

. -miré

azul, es azul, no tengo nada, ni me interesa tu hermana como mujer, pero sí voy a defender nuestra amistad el resto de mi vida. El moreno lanzaba dag

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