Herencia de Luna y Sangre
aba en los rincones más oscuros de su alma. A lo lejos, en lo profundo de sus pensamientos, un amor que y
iento acariciaba sus rostros, pero no era suficiente para disipar la tensión en sus corazones. Elio, con su mira
nos pueda separar, Aurora. -d
obado era un paso más cerca de la condena, pero el amor que sentía por Elio no era algo que pudieran controlar. Él
l Consejo? Ellos nunca per
ida de todos, decidiendo lo que era correcto y lo que no. El amor entre personas de diferentes rango
ranquilo momento. La figura de un mensajero apareció en el umbral del
re, temblando-, ha tomado su d
ivido, todo lo que habían compartido, el Consejo tuviera el poder de arrebatarles su felicidad. Aurora, sin em
na fue i
ofundo vacío. El juicio fue rápido, y aunque las evidencias eran tan claras como las estrellas en una noche oscura, no hubo compasión
testigo de la muerte de Elio. La multitud observaba en silencio, y mientras Elio era arrastrado h
a sonrisa triste, y aunque sus palabras eran apena
de su pérdida, dejó escapar un grito de dolor tan profundo que la tierra pareció temblar bajo sus pies. E
arición
sin las cadenas de la opresión. Otros susurraban que su alma, tan rota por la tragedia, se había disuelto en el aire, dejando tras de sí solo el eco de su sufrimiento. Lo único
ulpable de desafiar las leyes. Pero las historias, los susurros entre los que aún reco
vigilante del Consejo. Algunos decían que Elio había sido un mártir, un símbolo de los que se sacrifican por un amor que nunca podrá florecer en libertad. Y que A
e habían sido testigos de un amor prohibido. Un amor que, pese a la conden