Herencias del corazón
rar con las voces de decisiones importantes y debates acalorados. Esa mañana, sin embargo, el ambiente era pesado, casi asf
arecía haberse especializado en malas noticias-. Hemos revisado su propue
estómago. Pero Isabela no parpadeó, ni siquiera dejó qu
una calma calculada-. Villaseñor & Asociados ha sido
posición en la silla, incómodo po
actuales. Su índice de endeudamiento y la falta de liquidez
tomado su decisión antes de entrar a la sala. Cuando finalmente los despidió
ntado a su lado en silencio t
ja con una
ada. Sabía perfectamen
ltamira? -preguntó
sintió con
. Podrían ser los únicos con quienes p
o. -Su tono era cortante, casi frío-. ¿Crees que Javier Alta
ago s
si no hacemos algo ahora, no habrá u
egociar con Javier Altamira, el hombre que encarnaba todo lo que despreciaba
mada -dijo
ran pantalla que proyectaba un esquema financiero. Aunque sus ojos estaban fijos en los números, su mente
o. Pero cuando vio el nombre de Santiago Robles, el fiel mano
esta gente ahora? -mur
esa. -Su tono era bu
Javier. Necesito hablar
ntó, aunque ya sosp
ue puede salv
sonó en la sala, per
que ustedes estaban
Tú sabes tan bien como yo q
cio por un momento. F
or nuestra oficina m
l, Altamira. Esto es es
en su voz era evidente-.
s Villaseñor seguía siendo repulsiva, pero no podía negar que había algo intrig
que prometía ser una reunión llena de tensión. Javier y Emilia Altamira estaban senta
resencia era como un látigo de aire frío. Llevaba un traje perfectamente entallado,
-dijo con un tono neutr
er, por su parte, se limitó a inclinar la cabeza, estudi
resentó los datos financieros de los Villaseñor, seguido por Adrián, el
es críticas -concluyó Emilia, rompiendo el silenc
únicos que podemos ayudarnos mutuamente -añ
una risa breve-. Me parece más apropiado dec
echo es que nuestras fortalezas y debilidades se complementan. Ustedes nece
eguntó Emilia, inclin
aire antes
trabajamos juntos para estabilizar nuestras operaciones y, una vez que amb
alzó un
Eso suena... demasiado c
bela-. No estoy aquí para mendigar, Alt
a su hijo, como si estuvieran teniendo una c
rincipio. Pero nec
inmediato-. Ninguna de nuestras f
ó con una son
an confiad
rible -replicó Isabela
ra la inevitabilidad de lo que estaba sucediendo. Amb
puso de pie y extendió
es un
tamira, marcando el inicio de una alianza que camb
on una mezcla de admiración y desafío. Había algo en su determinación
ero ambos sabían que la verda