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Herencias del corazón

Capítulo 2 La caída de los gigantes

Palabras:1150    |    Actualizado en: 21/01/2025

ñor & Asociados. Desde las ventanas panorámicas del último piso del rascacielos, Isabela Villaseñor observaba la ciudad en consta

oz baja, más para sí misma q

tiago, su mejor amigo y también el director financiero de la e

guntó ella, dejando la taza sobre

con una mezcla de compasión

nto, como un veneno. Lo que pasa

an: los ingresos de la empresa habían caído drásticamente en el último año, mientras los costos seguían disparándose. Malas decisiones en inversiones

eguntó finalmente, aunq

ó consultar los pap

a inyección de capital pront

r. Su abuelo siempre había dicho que ella tenía la mente más aguda de todos los Villaseñor, y desde joven había tomado las ri

unta llevaba un tono ácido. Sabía que n

a lo que fuera necesario". Traducido: e

ctor general, había sido poco más que un símbolo durante años. La ver

nistas mañana. Necesito s

, aunque su expr

os cierran las puertas,

ró con det

hay una

inaba de leer el informe trimestral en su tablet. A diferencia de Isabela, él no mostraba ni un rastro de preocupación. Con

dose hacia su socio y amigo de la infancia, que estaba se

Javier. ¿Cómo puedes

como si la situación no fu

trar en pánico. Además, sie

omo si hubiera p

s contratos más grandes están en renegociación, y los accionista

una mano, int

e? ¿Crees que eso

comienzo. Si seguimos así, nos ve

razón. Los Altamira se habían construido una reputación de audaces y visionarios, pero en los últimos años, sus decisiones habían

-dijo finalmente, le

nque no parecía de

r. No podemos darnos

arpadeaban como estrellas terrenales, dos ce

bela había reunido a su familia inmediata en el comedor principal, un

quiebra? -preguntó Andrés, el hermano menor de Is

espondió ella, con un tono cortante-. Necesitamos

nder la mansión? -dij

sabela fue tan fría como inesperada, y t

su padre, golpeando la mesa-.

e -replicó ella, sin perder la calma-. Si no esta

e de los Altamira, la conversa

el extremo de la mesa de cristal-. He trabajado toda mi vida pa

dejando su copa de vino sobre la mesa con

milia, fulminándolo con la mir

do una ceja-. ¿Quién querría asoc

una calma calculada, como si ya

Villa

arcajada que reson

mos que han intentado apla

en la misma situación que nosotros, aunque intenten di

la cabeza, tod

ena de arrogantes. E

rumpió Emilia-. Esto no se trata de quié

sabela y Javier, sin saberlo, compartieron un

anera. Pero mientras el orgullo y las diferencias seguían siendo barreras insalvables, un inesperado g

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