Bajo la misma lluvia
s de la ciudad que se filtraban a través de los ventanales. En el silencio de la noche, cada p
e lo desconcertaba, no era su belleza, aunque había notado su belleza y elegancia natural; era su esencia, su forma de
edor de sí mismo, una fachada de acero que lo protegía del mundo exterior. En su mundo,
ía acumulado a lo largo de los años, pero entre esos triunfos también había sacrificios. Decisiones que lo habían endurecido, que habían enterrado al joven i
era de colores vivos, mientras que el de Alessio era blanco y negro, estaba lleno de grises y pai
n barrio humilde, su esfuerzo por estudiar leyes, sus casos ganados. Alessio admiraba a las personas que luchaban para alcaerla y le invadió una risa porque esa pregunta era absurda. Ella era su enemiga y estaba
o, ya no eres un adolescente- murmur
personales podían convertirse en cadenas, y en su línea de trabajo, las cadenas significaban vulnerabilidad. Per
tada en el escritorio de su habitación, repasaba las notas del caso ba
peligroso, lo sabía, pero algo en su mirada la había perturbado, no era solo la frialdad que esperaba encon
l como algo más que un acusado. Si lo hacía, corría el riesgo de
terior cuando la había mirado? ¿Por qué sus palabras resonaban en
era lo único que guiaba su vida. Alessio Di Carlo, representaba todo lo que ella luchaba por combatir, pero, en algún lugar
os, una conexión invisible comenzó a formarse entre ellos. Un hilo q
nsarse, a retorcerse, y quizá a romperse... o a entrelazarlos