Una noche por contrato
ños y me encontré a Victoria. Mi madre al parecer le había pe
imétrico plan no sale como ella prevé -me dijo. Le respondí que estuvi
osos pintores que no parecían reproducciones... La tía Dolly en serio tenía una fortuna. ¿Tendría que ver algo con los clavele
ponerme un delantal. Me recogí el pelo con una redecilla mientras mamá ordenaba los platos decorados en los carritos. Habían contratado un servicio de camareros, y comenzaban a
última tanda, escuché que me llamaban desde la puerta. Era Vicky, q
ver a la cocinera
con el delantal y retiré la redecilla de mi cabello. Todo el glamour inicial lo había perdido después de la escena de se
ictoria, tratando de que
rpresas y, como está tan llena de bótox, las
ciones de quiénes eran, pero nunca había visto a nadie en mi círculo mencionarlos de manera tan animada como los asistentes al baile. Pude identificar a algunas millonarias que salían en revistas del corazón y
cción al segundo piso. El puntal de la casa era muy alto, me sentía casi como cuando iba a alguna catedral: aplastada por l
eron paso. Victoria tocó la puerta tres veces y
-gritó Dolly
. Lucía un tacón de aguja muy fina, también dorado, pero la suela era rosa pálido. Llevaba unas argollas gigantescas en las orejas y fumaba de un pitillo de madera tallada. Seguí detallando el recinto: cortinas negras
me sonrojé y ca
la hija de
ly era todo un reto por lo in
hace
cabeza y
comida de esta no
apar el humo delicadamente. Luego tendió el cigarril
cate,
sin contar su enorme poder y dinero, otro elemento qu
les. La comida de esta noche es, por mucho, de lo m
aciones de los clientes, pues el trabajo
... -intentó adivinar mi nombre
a L
Ana
, se
pie y caminó po
ndo mucho, aunque el por qué no es importante. Durante mi est
se hubiera vuelto a casar. Tras unos s
ine? ¿A uste
ida en el que pocas cosas te sorprenden, y el hecho de que tú pudieras recordarme tantos momentos de mi vida
e quedaba demostrado que la vida es un pañuelo. Sin embargo, una idea salvaje cruzó por mi cabeza: si me convertía en cocinera de la mansión Diego y yo podrí
un placer par
todos los días antes del anochecer y dejarás lista la cena. No podrás hablar con mis guardaespaldas o ninguna de las personas de la casa, a no se
o para p
las de lo que puedes y no puedes hacer. Lo leerás y decides si lo firmas. La
s gracias y salimos Vic
que hubimos bajado las escaleras y estábamos tomando unos cocteles.
l esposo de tu tí
o se fija en hombres con mucha fortuna, aunque no sé si has notado
dad sí
eredera de millones de dólares tiene un pequeño negocio de trata de personas. Tod