Legado de Poder y Pasión
vez, una vieja muñeca que su madre le había regalado cuando tenía cinco años, y un mural de fotos que capturaban momentos felices que parecían tan lejanos ahora. Todo aquello que había definido
, buscando consuelo en el
s oscuros no dejaban de atormentarla. El miedo seguía atenazando su corazón, pero algo más comenzaba a crecer en su interior: una chispa de determinación. Ella no quería ser solo
reflejaban incertidumbre y miedo. Se acercó y tocó el cristal frío, como si pudiera encontrar respuestas en el re
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tensidad en sus gestos dejaba en claro que la situación era grave. Jorge parecía nervioso, con los ojos movié
con el puño cerrado. El eco del golpe resonó en la pequeña sala, rompien
peso de la decisión que había tomado se sentía como un ancla en su alma. Había visto demasiada v
Alonso, su voz quebrada–. Pero esta es la ú
ue Alonso estaba sacrificando, y sentía una mezcla de respeto y tristeza. La amist
na mano en el hombro de Alonso–. Pero no tienes que hacer
ncierto, pero al menos no estaba solo en esta batalla. La determinación de pro
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tan pesado que parecía que el aire se había detenido. Vanesa, su madre, estaba sentada en el viejo sillón de la esquina, con las manos entrelazadas y e
e pero firme–. Necesito que escuches
uerza, y sentía un nudo en la garganta. Vanesa estaba a su lado, con los ojos llenos de lágrimas n
cuela, seguirás el plan al pie de la letra. No pu
i no lograba escapar? Las dudas la invadieron, pero se obligó a mantenerse firme.
enas un susurro. La pregunta se le escapó sin querer
con fuerza. Sus dedos eran cál
ondió, su voz temblando–. Pero tú debes ser fuerte, Kair
la inundaba, y la sensación de impotencia era abrumadora. No quería dejarlos, no quería que se sacri
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n de Kaira comenzó a latir descontroladamente, y Alonso se levantó de un salto, tomando un viejo rifle que
llena de autoridad. Sus manos tembla
sacudirse, y una vo
os de confianza, pero el miedo en su vo
pálida y el sudor goteando de su frente. Sus ojos se movían n
ó Alonso, cerrando l
hondo, tratan
Están reuniéndose en la plaza. Parecen estar preparándose p
la espalda, y sus piernas comenzaron a temblar. Sabía que el tiempo se estaba agotan
trabajando frenéticamente. Las palabras
que nunca antes había mostrado–. Tenemos que a
la situación la abrumaba, y sabía que lo que estaba a punto de suceder cambiaría sus
labras de consuelo al oído. El calor del abrazo de su madre er
or su rostro–. Pase lo que pase, siempre estaremos contigo
s se aferraran a la esperanza de un reencuentro. El amor y el miedo se entrelazaban, y Kaira supo en ese mo