TORCIDOS: enamorada del primo de mi novio
, 2018
erveza bien fría. La sospecha de que algo sucedía entre e
la familia, esa vez se realizaba en
ón por todo lo alto: el c
arcial de Catalina se encontraba allí, p
iada surca mi ros
estratégicamente el porche de la casa. Era una estructura parecida a la vivienda de los padres de mi
to detrás de las suyas. Ellos tenían demasiado rato compartiendo una conversación que, estudiand
aba pasa
rostros, sus expresiones... y vaya que soy experta en ello, en observ
os, y durante unos minutos apenas cruzaron alguna que otra frase. Cuando me senté un poco detrás de sus sillas, me
ómo Nikko intentó no volver a pasarse las manos por el cabello una vez más. Parecían nerviosos
algunos fados conocidos, pero mi atención seguía unida a aq
porcelana, se sentó a mi lado y al parecer intuyó mi molestia al empatar la dirección de su mirada con l
ó a seguirla, pero con una negación de mi cabeza, me quedé para seguir observándoles. Ahora parecían preocupados, compartían una co
rincón que había encontrado hace unas horas para encender otro cigarrillo buscando serenidad. Sin
lo que fuese, jamás pensé que llegaría a tanto. ¿Dónde dejaba esos
Si lo vemos todo a profundidad, no sostenía las pruebas de
ro a la boca, le
fu
ché aquella demanda. Y si d
ël allí? Lo miré. En sus manos
ño, ahora era un joven que bebí
. Se encogió de hombros e hizo algo extraño: no se fue, se quedó allí, recostó su espalda
nas súbitas ganas de llorar. Tuve que
a pinta -dij
ikko y Belinda no estaban sentados, sino que de pie observaban a la cumpleañera bailar con uno de los invitados
cabar de una vez por todas con mi botella, y m
as? Pues, no dejes que lo mezcle con alcohol. Que aunqu
nrió y puso un brazo alrededor de mí. Me reí por dentro, una sonrisa macabra como la de aquella actriz mexicana que reclamaba por su h
unió a unos tíos. Vi que Belinda se sentó al lado de su
eza, sentí una palma sobre mi ho
ó Maël, pasándome una bote
aban a Belinda ¡y joder, Nik
tí, tonta y ridículamente celosa. ¡Débil, idiota! Maël no permitió que me levantara para beber. Él me fue llevando como un mesone
té fuerzas para volver al ruedo y sonreír. Al salir me encontré de frente con la mirada de Maël quien estaba
erqué
e dije muy
su mirada apartada. Me di cuenta que adoraba esos
i tragar grueso. Sonreí de nuevo. Un Maël que