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NAHIBARU -Dios o mítologia

Capítulo 4 capt 4 De cazadores a bandoleros

Palabras:2088    |    Actualizado en: 24/05/2024

desconocido y patrimonial y vacilan,

s lo profanen -le ataja Bardales, intentando infundirles más miedo del que ya están sintiendo; sin embargo, n

muy convencido de las intenciones de Bardales y no muy convencido de lo escuchado, lo mira con el rabillo

lo haremos completamente ¿Qué dio

ncias sea mayor y por la otra siente pavor por las maldiciones, ya que conoce escuchó de algunas que cobraron la vida de qu

tra nosotros, debemos dejarlo y olvidarnos de él, créeme con lo demás, ten

upe de unos cuantos que murieron por culpa de esas c

órdenes y que los otros trabajadores

e a mí afrontarlos, pero sepan que lo que obtenga

tres cortos venablos clavados en su espalda, otro de los presentes también yace contra las paredes con dos más sobresaliendo de su pecho, pero lo que más les aterra es que la entrada por donde llegaron ahora está sellada por una pesada roca. El testarudo Cavero con su avaricia activó un mecanismo bi

de la grotesca posición, los muertos poco les importaba ya; sin embargo, no dejaron atrás aquellas reliquias ancestrales añorando que les traería en un futuro buenas sumas de dinero que repartirían entre todos y entonces comenzaron a atravesar túneles y cáma

s que hemos recorrido y

e trescientos metros... ¡Maldigo al testarudo de Cavero!

escuchó. Ahora que se quede allí abrazado a lo q

des apúrense, ya llegamos a las salidas de la gruta -

esde la maleza se escucha el sonido del agua correr por el cauce de algún remanso. Tras reagruparse, los dos, quienes hasta el momento han llevado la iniciativa y voz cantante,

o escudriña por un buen rato y desorient

torios salvajes. Busquemos algún sendero hecho por los nativos, que nos devuelva al c

l campamento. Mauro, tú y Gilberto vayan abriendo el paso -ordena

os se detienen, pues este desemboca en un pequeño lago y en él, avistan a una pequeña tribu nómada, de esas que deambulan por la gran selva y que parec

estra salvación, ellos se conocen cada camino d

la carga que sustrajimos de esa cueva y la reco

los lugareños y pasado un instante, sin embargo, de Souza no se siente

istencia. ¿Salimos a su encuentro o los evitamos? Pero piensa

ente recelos de de Souza, pues le está quitando protagonismo ante el resto y acepta su

eguir. Es cierto que a ellos no les gusta ver a desconocidos en sus territorios, es muy posible que lo hagan para qu

os estén preparados, no sabemos cómo nos reci

sus vistosos dibujos de diferentes colores donde predominan el negro y el rojo, los collares, las fibras vegetales entretejidas, las plumas y el algodón, en cambio, los críos que corretean desnudos por el lugar, muestran evidente emoción y curiosidad... Con cautela se acercan a ellos y les saludan tratando de no aparentar nerviosismo. Bardales les habla, pero sus palabras se estrellan contra una barrer

terminadores de vida

así a todos los que de un modo u otro dañan a la madre tierra que les proporciona todo lo necesario para sobrevivir. Armas

etud de sus vidas, somos un grupo extraviado que se alejará con rapidez si no

inar con la mirada los fardos q

s árboles, obligando a las aves y animales buscar otros res

ñaba, pero solo puedo decirles que una criatura aterradora y antigua inv

acen movimientos con los brazos, pero quien les ha estado ha

conocen y pronto el sol perderá su fuerza... Hemos estado viajando por muchas tierras y regresamos a nue

camino a seguir si no acceden a la petición de aquel nativo que les habla en su misma lengua y

la minoría de los aborígenes que continúan despiertos, aguardan por la llegada del chamán que hasta ahora se había mantenido alejado de los forasteros, cuando aparece todos l

¿Cuál de los dos me hablará de esa criatura mist

otro, tras carraspear la garganta por el dulce trago de bebid

Nahibarú" los que la vieron dicen que tiene la piel oscura, brilla

l hechicero y los que le rodean, Bardales, sin poder con

os de un nacido en las profundas selvas, pero hablas la anti

ríe con tristeza, tras unos segund

en dicho trayecto una desconocida enfermedad y fiebre alta se apoderó de sus cuerpos y poco a poco los fui perdiendo en el camino, los

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