UNA CERVEZA Y ALGO MÁS (II)
peligroso cruzárt
eligroso q
s manos por su cuer
de hace un año, su vida se había acomodado de una manera que solo la hacía sonreír. Su familia estaba feliz de sus logros e incluso cuando pensaban que sería de las primeras en salir e
a tomar el mes de septiembre, y aunque no sabía que mostraría, el lanzarse a esa aventura era lo que más le complacía. Tenía cámara
modelo rodar los ojos, habían estado ahí p
on ojos de gato se acercó, Caro empezó a pasar cada foto y sonrió cuando
ente de su nariz y se subió a la moto, dejó que la voz de Danna Paola sonara en los pequeños
o, lo vio en la computadora, serio y moviendo los labios como si estuviera hablando solo, lueg
era ni siquiera tan alto, unos centímetros más que Caro. Pero alg
ie. La playera sin mangas le quedaba espectacular, podía ver los tatuajes que cubrían desde sus hombros hasta sus manos, los tatuajes en sus piernas y uno en l
a de malo, pero estab
alar su aroma, para ver tres cicatrices en su brazo derecho, como si lo
más, ella apretó los labios sintiénd
. Creo que tres sesiones está bien, media hora una
a el tipo que estaba recostado escribiendo en la
saber porque, miró sus labios rojos oscuros, llenos y la barba espesa. Resopló sintiénd
mirada en el celular cuando el nombre de Baptisto iluminó. Se alejó contestando la llamada, pero
a con ella? No era
o escuchó reír, no a Baptisto, sino a Renzo y se giró viéndolo. Había puesto Rock pesado, e
mirada, pero no vio
est
una ceja esperand
ar cuando tú l
ró, de hecho la joven que no pasaba los veinte años le sonreía, y hablaba, pero Renzo solo respondía monosílabos. Estaba t
, fueron segundos pero solo eso ba
rtera en el sillón junto con el casco, se desabrochó la camisa y lo vio acomodar l
, pero no había morbo. Le dijo como sentarse, y luego quedó recostada, sintiendo la f
ila, no
ando volvió a tocar su piel, aunque fuera con guant
la veía. Volvió a cerrar los ojos cuando sintió la aguja en su piel, gimió y escuchó su ronca voz, eso la tran
dolor, deseó que acabara cuando Renzo dio una suave caricia diciendo que
crema y cuidarlo -explicó alejando sus manos de la e
tuvo la camiseta en sus pechos y él no la dejó de mirar, Renzo
dos semanas n
ta co
a basura, se colocó el gorro y tomó la chaqueta de cuero del mueble y salió. Se quedó ahí, viéndolo hablar con Diego, lo