El bebé secreto del Alfa
de mi vida. No me imaginaba que visitar un lugar tan alejado de mi cí
se en mí, y eso me molestó al principio. Con el tiempo, me di cuenta de que no les importaban
rte que me hiciera olvidar a Lionel. Tras seis años de relación, había d
cenizas. A mis 36 años, imaginaba estar en una relación estable y con hijos
ar parpadeaban, creando una atmósfera capaz de ocultar mis lágrimas si se atrevían a escapar. So
i alrededor, observando los rostros desconocidos que de alguna manera compartían mi búsqueda de alivio. En ese
a un futuro juntos, y todo desmoronándose con una simple despedida vía mensaje de texto. Quería entender por qué, alg
n hombre al final del pub. Sus ojos eran intrigantes y despertaron el deseo en mi
nte el alcohol estaba haciendo un trabajo ejemplar. Respiré hondo v
favor", asintió y volví a
ía que me arrepentiría. Mis clientes no te
mi cuerpo se estremeciera y se me secara la ga
l hombre que me había mirado
los y tenía hermosos tatuajes tribales en los brazos. Su rostro era masculino, con mandíbula cuadra
respondí, recu
ió hacia el camarero que llegó con mi botella de agua.
os", le dije, son
sentía tan impactada por al
de descansaba la botella. Vi como su sonrisa pícara se abría aún más y me
lgún comerciante con el que puedas hacer negocios", crucé
tal vez acepte su oferta", no me reconocí. Mi cue
puedo presentarte lo que quieras esta noche" Se me volvieron a poner los pelos de
¿puedo confiar en usted, señor
res?" Me tendió la mano y
sonreí ante s
bservé cómo su dedo recorría mi brazo
, acercando mi cara a la suya. Oí vibrar su pecho co
ue no estaba tan segura de esto, pero estaba segura. Sabía exactamente c
os miraban con interés. Jordan sacudió la cabeza hacia otro hombre que estaba
ejercía sobre los demás y pensé en lo much
ió hacia mí, sus manos me acercaron ágilmente y hundió su
trodujeron en mi pelo, tirando de él para que levantara la cara hacia él. "¿
eñarme", le reté y el brillo
la había sentido. Jordan me inmovilizó contra el coche y se frotó contra mí, demostrando lo dispuesto que estaba su cuerpo para
la urgencia de deshacerme de aquella ropa. Necesitab
blusa, cuyos dos primeros botones ya estaban abiertos. Dio un p
un suspiro, mientras mis dedos se deslizaban por los boto
ó de mi trance. Cuando levanté la vista, allí estaba él, dos años d
lo de voz, mientras buscaba las palabras adecu