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El secreto de la luna

Capítulo 4 Enfrentamiento inconcluso

Palabras:1342    |    Actualizado en: 07/03/2024

o de la ciudad. Su cabello era castaño y sus ojos, protegidos por unos lentes de marco negro, co

presentimiento, sé que estás agotado amor pero…

e tienes un presentimiento. — Respondió con voz tranquila el hombre. — Es

usurro su esposa antes

to e ir a casa de su hija, si su esposa estaba preocupada era por algo. A lo l

a ameno y cálido como su preciosa hija y en ese momento era gélido; el auto de su hija estaba allí, y el del

era aquell

trataba de los nuevos bocetos de su hija; al asomarse por la cocina vio cómo había platos y vasos rotos

ado, y aquello hizo que el científico, se sintiera aterrado y mol

ntrando a Aarón sentado en la terraza, fumándose un cigarro. El rubio, al escucharlo, se levantó

nteando el terreno. Parado aún frente a la puerta. — Cuando entre toda la casa est

fumando, y lo pisó, entre tanto se pas

. — Respondió Aarón de manera despectiva. — Solo tuv

casa está hecha mierda y mi hija está en el bosque d

l, en la cual resaltaba un golpe aún rojo en su mejilla derecha y marcas en los brazos; sus ojos muy abiertos

vestido y la piel marcada, tuvo que controlarse pa

río de la noche para este punto ya se había calado en todo su cuerpo y por más que amara el

al frío; el camino, para su sorpresa, se le hizo más corto de lo que esperaba, además que milagrosam

ándose un momento para cerrar los ojos y respirar de manera lenta, b

ededor suyo, escuchó un par de voces bien conocidas para ella, una era la de su padre y la otra la de su

prometido, ya que estaba decidida a terminar todo; no era un hombre pequeño, fácilmente, media 1.

o en su vida, en ese momento era completamente aterrador, y peligroso, pues, su

cierto era que pese a que Aaron se lo merecía, sus nervios no aguanta

bres y llamar su atención, en el momento que cruzó sus oj

o. — Espeto con la voz más clara que consiguió, caminando

untó Alex a su hija dejando el lugar

ella. Interrumpiendo cualquier intención que tuviera Kiara para responder, al estar f

castaña.— ¿cómo se te ocurre que me iré preciosa? — Musitó en tono de advertencia. — D

ciones de su padre. Que había detenido su avance, como si estuviera midiendo cuando era el mom

cias del rubio— Suéltame, me estás lastimando. — Exigió

aña comenzaban a arderle nuevamente, sintiendo

, alertó a los presentes, Kiara se permitió dirigir la mirada a don

le “Si me lo ordenas, yo lo destrozó” cosa que si bien la extraño, ne

cuidado, soltó a Kiara empujándola contra el suelo, como último arrebato. Cerra

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