ATADA AL ENEMIGO
s de la lectura
e filtraron por los ductos
iel clara, con rasgos levemente asiáticos, mezclados con sangre inglesa y descendencia
spa, a nadar en la pileta o hacer ejercicio, por lo que esa noche prefirió qued
la llave del grifo para así poder prestar atención, quedándose absolut
mismo suelo podía ser escuchado por cualquiera que estuviese a esas horas allí. Los quejidos femen
piel de gallin
lmente, mirando hacia ningún punto en específico, mientras seguía
nes, siendo su jefe uno de los empresarios más polémicos de toda la ciudad, solía cuidar mucho el entorno donde fuese vista, cuidaba mucho l
Maximiliano Bastidas, experimentó una muy mala racha empresarial de la cual ella, sin quererlo, se vio involucrada. Lo que menos quería Carla era abrir brechas innecesarias. Mucho menos, sumar tétricos números a la ecuación "tranquilidad". Pero ahora, escuchando esos gemid
e acondicionado que en ese instante funcion
separaba una ducha de la otra. Comenzó a secar su cuerpo, mientras s
que iba. Cubrió su desnudez con el paño y miró hacia el techo de nuevo, mientras echaba su ca
antas rejillas de ventilación de los famosos ductos y
e mirar para arriba, sigilosamente, siguiendo e
baños. Lo hizo sin vestirse, solo usando la pequeña toalla bl
s, llegó al de los casill
ncio no solo reinaba dentro del tocador,
erda quedaba la salida, junto a la recepción,
se encont
raño», p
sible quedarse completamente sola en todo el edificio, alguien debía estar a
minó, tal vez la chica de la tarde no llegó
empo en la piscina, reconectándose con actividades que llevaba tiempo s
con áreas amplias y limpias que incluían una gran zona de máquina
ella a la recepción, los
divisó una puerta enchapada en gris
y ruido, y esos tétricos gemidos feme
or hora, bien apretado, su boca seca batallaba por el control d
por favor,
áll
-rogó de nuevo la voz femenina, fabricada p
que te
desmesurados y cubrió
na de la que jamás pensó ser
oblada, pero bien cortada, estaba teniendo sexo con una mujer
de los ductos de ventilación, era cierto, se hacía realidad ante su mi
chado de maquillaje y pegado al vidrio de la mesa. Su pantalón de deporte se arremolinaba en su
la detalló el ro
sta!», gritó de
ercató que la mujer ll
o malograda, descubrió a Dav
o cuenta y dio un
la víctima empezó a rogarle con su mirada que se fuera del gimnas
o miró a la izquier
», exhal
He
a una pared, arrugando la cara po
icas, cerrando la puerta con un fuerte estru
otas con las que llegó hasta allí, y echó a correr más hacia el interior del toca
ta de vidrio, pero la mi
n las manos, removiéndolo hacia delante y
e, retrocedió todo lo que pudo hasta escon
bolso hasta hallar su teléfono móvi
servicio de emergencias, por favor, indique s
nte, dándose cuenta que su persegui
el altavoz y metió su móvil d
visar una ventana al fondo de unos de los casi
cómo movería el locker sin que
e, ¿qué voy a hac
ando su bolso en el suelo junto a los zapatos para
a voz que no parecía suya. Carla pensó que se t
cio de las duchas primero, pasando de largo el área de lokers, fue arrastrando p
l darse cuenta que era de vidrios corredizos y daba a un callejón cubier
irando a un lado y otro, intentando respon
io. El frío del exterio
la oficina no es lo que parece -seguía dicie
riado, pero cons
edor de su desnudo cuerpo. La adrenalina corría
estabilizando sus sandalias de goma sobre un pequeño jardín entari
izquierda.
! ¡De
n parar, con la garganta seca, un gran nudo en el pecho, urgente, urgente, rápido, muy lejos, directo a buscar a
ta corroborar que
s allá de esa misma noche. Y las cosas emp
Su bolso se había quedado casi a los pie
reconocería esa voz juvenil y ronca a kilómetros de distan
io para inspeccionar, el sitio se encontraba totalmente vacío. Ni la mujer, ni el hombre se encontraban allí y por supuesto, a Carla o a
*
e la lectura d
brió lo
estallaría y su respir
ó los pies al suelo del lado derecho de s
a. Acababa de tener una pesadilla, la misma de h
gracias a ese terrible episodio acaecido en su gimnasio d
sabía qué hacer con esas imágenes en su cabeza. El ejecutor de aquel acto tan vil se dio cuenta de su presencia, vio su rostro, al igual que ella vio muy bien el de é
e su consulta con analgésicos para su malestar físico, pero para el emocional, el
resada, pero no podía contarle a mucha gente la verdade
jo, ya que hace tan solo un mes, tal vez un poco más, su año se vio truncado por un episodio laboral que se sumaba a
jos un tanto achinados, se miraba en el espejo del baño, completamente desnuda y
aunque genes lejanos, según lo que ella podía saber), conservaba curvas q
ible y así evitar una nueva falta laboral. Ya era jueves de nuevo, llevaba muchas faltas. Sin embargo,