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Apuesta com CEO

Capítulo 2 SIN CLASE

Palabras:1339    |    Actualizado en: 26/02/2024

pagaba el chico de la oficina o retirar dinero del cajero automático. Y siempre tuvo un saldo generoso en su cuenta. Tomó un buen sorbo de vodka, pensando en el hecho de que ella no tenía cabeza

o mi agua felizmente? — hizo la pregunta mirando su celular, redactando un mensaje para Walid. VALENTÍN: Quédate tranquila, que los cerdos pronto volverán a la pocilga — ¿Eres graciosa, niña? — ¿Sabe con quién está hablando, mi señor? — cada vez que pasaba lo mismo, la gente olvidaba que ella era una Messano, que su padre había colonizado Laredo junto con los grandes de allí. — Soy Valentín Messano, un outsider, y no voy a plantarme ni a obedecer a la autoridad con pendiente resbaladiza. El policía pareció perder la calma. Pero fue por poco tiempo. —¡Anderson! — gritó, haciéndole una señal a su colega uniformado — Mete a todos en la furgoneta. - ¡Nada de eso! — Valentine se levantó, casi tirando la botella de la mesa — Walid no hizo nada, ¡fueron esos dos, las botas talla 48, quienes comenzaron la pelea! ¡No estabas aquí cuando empezó todo, santa ignorancia! —¿La chica quiere acompañar a su amiga? — ¡Dios mío del cielo, basta con darle autoridad al pobre que ya se cree serlo! — Vale, pijo, estás arrestado por desacato. — le mostró las esposas. —Ahora déle la espalda y no reaccione, no quiero lastimarla… Señorita. Mierda. — ¡Analfabetos funcionales! Uno de los agentes le echó los brazos hacia atrás y la esposó. Y fue él mismo quien la arrastró hasta la furgoneta. 8 El sonido de la bocina resonó en la habitación en penumbra. Carlo aplastó el resto de su cigarrillo en el cenicero y cogió su móvil, contestando la llamada. Era uno de los policías del grupo esquelético. — Perdón que le moleste doctor, pero tenemos mucha gente detenida y la comisaría está cerrada. ¡Qué lástima!, pensó, recordando que el investigador estaba en una boda, había sido invitado a ser el padrino, y al secretario le habían extraído la muela del juicio y no podía estar de servicio. Y el diputado, pues... prefería follar a trabajar. Se frotó los ojos y luego la sien izquierda, pensando en una forma de deshacerse del pepino. La rubia ya había sido despedida con la promesa de cenar el sábado. Obviamente, el viernes le daría alguna excusa para cancelar el programa. Era justo lo que la mujer necesitaba para entender que estaban empezando una puta relación. Lo último que quería era involucrarse seriamente con alguien, no es que estuviera en contra de la institución del matrimonio. Le gustaba tanto casarse que,

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