CASADA CON EL MALVADO CEO
TA D
ella mujer que se dirige
s! ¿En qué p
a mi novio -dice d
sarle a mi jefe -me pongo al fre
un destello de
vio, y por tal ra
o extraño en
e de la república, pero no puedo dejarl
ees que eres,
o nadie, solo cum
piro cuando e
en, déje
comodo ver a mi jefe con una mujer. No sé qué me pasa, pero algo dentro de mí duele, porque él está con esa mujer. Sé que solo es mi jefe, no tendrí
mis ojos no pueden mantenerse firmes en el papel de mi escritorio, si no que tien
i mirada se encuentra con la suya. De la misma forma una ma
.
un frío intenso en mi cuerpo. No hay ni rastro de sol, ni pareciera que sus rayos nos calenta
e lo más probable es que si voy en autobús, llegaré tarde y si
ta, Day
parece pasar los setenta años. Nunca había visto que alguien tan mayor fuera la mano derecha, guardaespaldas y m
que hace, procedo a aceptar. Cuando la puerta de la limosina se abre, me encuen
me ha negado el saludo desde que trabajo para él. Siempre se ha portad
deja reposar su cabeza en la cabecera del asiento. A pesar de lo oscuro que está, puedo ver
sientos y cuando la limosina frena, me voy hacia adelante. Él abre
onecto con la suya. Joder, huele tan rico, es m
sonríe de medio lado, sin darme cuenta
tierran por debajo de mis cabellos y de un roce de labios, pasa a un beso ferviente, de esos que has
chamos a Damm hablar por
amos
os me aparto de él. Al abrirlos
do y me baj
No a cualquier persona, era mi jefe. Como fui a besarlo, ¡oh Dios! Lo que se avecina es grabe, seguro exigirá mi
mi lado junto a Damm, entra al ascensor y se queda de espaldas, com
l. Y lo estoy, solo que no quería que él lo supiera, pero