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El laberinto del Alfa

El laberinto del Alfa

Autor: Bohn
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Capítulo 1 El Ying y el Yang

Palabras:1153    |    Actualizado en: 14/02/2024

lexander al ver la cara de dolor

uda por favor y avisa a mi madre- pidió e

dió el joven mientras s

muy pequeño, había sido el orgullo de sus padres. Su cabello negro más largo de lo habitual y sus penetrantes

pero sin duda era la bondad de su corazón lo que todos amaban. Dentro de un año partiría a la

ro su padre le había explicado que Alex solo deseaba poder ayudar a la gente. Después de lar

estaba esperando a su amor destinado. Recordaba que cuando era niño, su madre solía contarle las historias de sus antepasados. Com

su lado para acompañarla. Sus madres se conocieron cuando eran jóvenes y estudiaban par

s mellizos beta Luke y Mike, y solo cinco primaveras at

mbarazada. Sin embargo, el destino les tenía preparada una sorpresa. Una tarde, el Alfa Max regresó de una cacería con una pequeña niña. Sus padres habían s

ó envidia. Él aún no sabía lo que era estar enamorado. Al cumplir los diec

tu madre, Tim, mi madre y quizás media manada- dij

cestros habían logrado que cada miembro se sintiera valioso, único e imprescind

cuerdo con la Universidad, ayúdame a distr

muchos años- contestó Alex con humor- él le aseguró que no habría p

r doctor- gritó emocionada- quizás mi próximo h

o empecé- dijo imaginand

ste lugar harán lo que sea

s exag

o la llegada de sus familiares, una loba corrí

es resonaban detrás de ella. Siempre había sido la más pequeña y enfermiza de su manada. Sabía que sus posibilidades de huir eran pocas, pero tenía que intent

us brazos y piernas estaban llenos de moretones, algunos violáceos, otros más amarillen

ar. Poco después empezaron los gritos desde la cocina. A su madre se le había pasado la cocción de la carne, su padre la comía casi cruda, pero ese día él

y la golpeó recordándole lo inútil que era. Lo cansado que estaba de tener que volver a una casa donde lo esperara una mujer tan fea y poco desea

rubio caía como una cascada hasta su cintura, sus curvas la hacían increíblemente atractiva. Pero en e

na inútil omega enfermiza. Todos sus amigos tenían por lo menos un heredero alfa mientras que él solo era el hazmerreír. Claro

ndía de puestos a aquellos lobos que tuvieran descendencia de

s hasta llegar a lo que pasó hoy. Pero no deb

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