La Herdeira & El CEO
RE L
earan a mirar nuestra mesa -. No puedo creerlo. Me alejo de tu vida por un tiempo
mientras agarraba mi frappuccino, rodando los ojos -. Er
cierto mal humor, llevándose la mano a la cara -. La última vez que
raviesa y Ethan parec
o necesito saber si no voy a probarlas. -
smos gustos que yo, - crucé los braz
un croissant en la boca -. Porque honestamente, ¿Collins?
mpezar a gustar de mÃ... - mi mirada se desvió al suelo en ese momento, una
ra en sus palabras dolorosas -. ¡PrÃncipe encantado som
aba equivocado, una parte de mà tampoco querÃa admitir que George...
por eso, nadie se esforzarÃa ta
nta rabia que estaba seguro de qu
Claire Cecile Leblanc! ¡Ponte las pilas! - claramente no pudo contenerse en ese momento, sus dedos se enredaron en sus mechones platinados y con
abrieron d
mismo me habÃa dicho varias veces... cuanto más alto fuera el estándar de una mujer, mayor serÃa la conqui
S GAL
a indignación y la inquietud sobre lo que habÃa sucedid
no estaba ayudando en absoluto. Y cuando me di cuenta, ya estaba cambiado, con perfume y saliendo de casa después de pedirle a mi
neado toda una mañana con esa desgraciada - porque sabÃa que estaba devastada por la
drÃa mi maldito almuerzo de una vez, y tratarÃa de mostrarle a ese her
na voz llamándome cuando entré por l
uerte decidió estar de mi lado, porque
ligera sonrisa, arqueando las cejas
extendiendo su mano para estrecharla -. QuerÃa hablar
estrechándole la mano -. ¿Per
mero, ¿por qué no
Ã, y él me guió hasta su me
bÃa estado buscando durante casi todo el evento - tanto que incluso pensó q
do llegó la cuenta, él ya habÃa dejado su tarjeta antes que yo -.
querÃa ver la cara de Claire Leblanc cuando volviera
hasta sus ojos -. Y estoy seguro de que la única person
se momento -. En ese caso... supongo que no e