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En los brazos del mafioso

En los brazos del mafioso

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Capítulo 1 1

Palabras:1223    |    Actualizado en: 03/12/2023

Ste

un grito que agrietó mi garganta al ver la imagen que tenía

in ropa y en mi propia cama. El asco que sentí fue at

a levantarse, subiendo el pantalón

para festejar mi titulación. Con enojo la quité y se la lancé a los pies.

n los socios de tu padre. Su padre está cerrand

¡Me engañó, mamá! ¿Que

oz. - apretó

nocí tot

e de aquí. - me

y haz como qu

Eva, ella

etas. - la inter

omó mi brazo y de forma abrupta me solté para no vomitar, pues solo recordar qu

le volteó la cara deteniendo sus intenciones

madre lo apoyara a él y no a mí. Me estaba

n levantándose con su ayuda. - S

puso al frente para darme espacio. Caminé hac

tate K

- se metió indicando que entr

ículo que no se detuvo cuando emprendió su marcha. Sus gritos s

quiera en la misma ciudad, por ello junto a Keyla, esa tarde decidimos viajar ha

ieron, por eso acepté la invitación de unos primos de Keyla en esa ciudad diciendo sobre un club nuevo que daba entradas gratis a todo el mundo, solo p

endo olvidar su vida, ya que en su mayoría, todos ll

olocando el antifaz con pluma

Ni lo harán jamás. - me la quité para ponerla

- me indujo llevándome con ella a la planta superior del sitio

i boca llenó varias veces y puse

por allá. Dice qu

pasillo repleto donde entre el baile de algunos y las manos de otros tuve que apresurarme par

gritó Keyla. Quise detenerme, pero me lo im

é confundida al estar

oírla. Decidí seguir el camino

errar la puerta sentí alivio de poder res

olor a sudor

una voz gruesa,

ia adelante por la forma

a sentando con un vaso en su mano. Su rostro tenía facciones perfectamente marcadas. Con una mi

Yo

mor de decir las reglas es

r lo que llamaba como atuendo no era más qu

elo y v

e debía saberlo. Me lo confirmó cuando puso seguro a

ura en el espejo donde me dió la vuelta de forma abru

rlo quizá, pero la manera tan feroz de elevarme y sentir su intención de fundirme

ñara de mi cuerpo como quiso, dándome el pl

iba a romperse. Pero no lo hizo y agradecí por ello al subirme a horcajadas sobre su regazo, subiendo y bajando, tomando

sconocido me lo estaba dando, y por ello cuando caí rendida sobre sus brazos lo único que pude ver en su h

nté a alguien, pero tan memorable como para no desear

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